Por tradición, los cuerpos de los criminales crucificados se dejaban en sus cruces para que se pudrieran o fueran devorados por animales salvajes. Pero los judíos no querían que semejante horror se mostrara durante la temporada de Pascua, y los romanos eran conocidos por entregar los cuerpos de los hombres ejecutados a amigos o familiares para un funeral apropiado. José de Arimatea siguió las tradiciones de sepultura de la época, lo mejor que pudo, considerando que tenían muy poco tiempo porque estaba para comenzar el día de reposo (Lucas 23:54). Jesús vino al mundo por el vientre de una virgen; y salió de nuevo por una tumba virgen. Era una tumba nueva, en donde no se habían colocado ningunos restos previamente, por lo tanto, si él salía de ella no habría sospechas de que otro se había levantado, ni tampoco podría imaginarse que se levantó porque tocó alguno de los huesos de un viejo profeta, como lo hizo el que posó sobre la tumba de Elías.

Una gran piedra selló la entrada del sepulcro: Esta era la manera acostumbrada de tapar una tumba costosa. Un hombre rico como José de Arimatea probablemente tenía una tumba cavada en roca sólida; esta tumba estaba en un huerto cerca del lugar de la crucifixión. La tumba comúnmente tendría una pequeña entrada y tal vez uno o más compartimentos donde se preparaban los cuerpos después de haber sido de alguna forma momificados con especias, ungüentos y tiras de lino. Según su costumbre, los judíos dejaban estos cuerpos solos por algunos años hasta que se descomponían hasta quedar huesos, luego los huesos eran colocados en una pequeña caja de piedra conocida como osario. El osario permanecía en la tumba con los restos de otros miembros de la familia. La puerta de la tumba típicamente estaba hecha de una piedra pesada de forma circular, que corría de una ranura y se establecía en un canal, para que así solo pudiera ser movido por muchos hombres fuertes. Esto era hecho para asegurar que nadie molestaría los restos. Para el tiempo de Jesús las tumbas como estas eran muy caras. Fue un gran sacrificio para José de Arimatea renunciarla ¡pero Jesús solo la usaría por unos pocos días!

Cuando los fariseos buscaron a Pilato al día siguiente le dieron un título de honor y respeto; lo llamaron Señor. Pero el día anterior estos mismos líderes religiosos rechazaron al Rey de Reyes. Lo escarnecieron y lo menospreciaron, exponiendo a Jesús abiertamente a la vergüenza, pero honraron a Pilato. Al día siguiente: significa que los principales sacerdotes y fariseos en realidad se acercaron a Pilato en el día de reposo con su petición. Si hicieron esto, está claro ver cuán radicalmente rompieron la Ley del día de reposo. Irónicamente, los enemigos de Jesús recordaron su promesa de resurrección mejor de lo que la recordaron sus propios discípulos. En esto, los enemigos de Jesús admiten que Jesús está muerto. Ellos no creyeron la Teoría del Desvanecimiento, una conjetura que niega la resurrección, diciendo que Jesús nunca murió realmente, sino que simplemente se “desmayó” en la cruz, y luego de alguna manera revivió maravillosamente en la tumba.

Una carta cómica al editor de una revista cristiana evaluó apropiadamente la “Teoría del Desvanecimiento”: Querido Eutico: Nuestro predicador dijo, en la Pascua, que Jesús simplemente se desmayó en la cruz y que los discípulos lo cuidaron hasta que se recuperó. ¿Qué piensas tú? Atentamente, Desconcertado Querido Desconcertado: Golpea a tu predicador con un gato de nueve colas con 39 golpes pesados, clávalo a una cruz; cuélgalo en el sol por 6 horas; atraviesa con una espada su corazón; embálsalo; ponlo en una tumba sin oxígeno por 36 horas y ve que sucede. Atentamente, Eutico

Los Fariseos no pudieron haber temido a los discípulos. Ellos sabían que éstos estaban escondidos. Sus fuentes de inteligencia y sus informantes les hicieron saber que los discípulos estaban aterrorizados. Ellos sabían que los discípulos no lograrían nada con robar el cuerpo de Jesús, porque no podían presentar un cuerpo muerto y pretender que estaba vivo. Eso no probaría nada. Lo que realmente temían era el poder de resurrección de Jesús. Es triste que los líderes tuvieran miedo del poder de resurrección de Jesús, pero al menos creían que era verdad. El sábado por la mañana, los principales sacerdotes y los fariseos predicaron un mejor sermón de resurrección que los discípulos. Ellos pidieron a Pilato poner guardias en la entrada de la tumba y sellarla: Esto muestra que tanto los líderes judíos como los romanos estaban bastante consientes de la necesidad de vigilar la tumba, y que tomaron todas las medidas necesarias para asegurarla. Estas medidas de seguridad simplemente dieron mayor testimonio del milagro de la resurrección. Si la tumba de Jesús hubiera estado desprotegida, uno pudiera sugerir que una persona o personas desconocidas robaron el cuerpo, y sería difícil de refutar. Sin embargo, debido a que la tumba estuvo muy bien vigilada, podemos tener la certeza de que su cuerpo no fue robado. Lo más probable que fueron las tropas de Pilato las que fueron usadas; los líderes judíos iban por la máxima seguridad. La tumba estaba asegurada por una piedra, que era un obstáculo material. Estas piedras eran grandes y eran puestas en un canal inclinado. Este era un verdadero obstáculo. Por supuesto, la piedra no podía ser rodada desde el interior. Los discípulos, si tuvieras suficientes de ellos, podrían rodar la piedra, pero no discretamente. Además, hubieran tenido que trabajar juntos para rodarla, y eso no parecía probable. También, fue asegurada por un sello, lo cual era un obstáculo de autoridad humana. El sello era una cuerda, superponiéndose al ancho de la piedra que cubría la entrada de la tumba. A ambos lados de la entrada, había un pegote de cera asegurando la cuerda sobre la piedra. No podías mover la roca sin romper el sello. Era importante que los guardias presenciaran el sello, porque ellos eran responsables por lo que sea que estuviera siendo sellado. Estos guardias romanos vigilarían cuidadosamente mientras la piedra era sellada, porque sabían que sus carreras, y tal vez sus vidas, estaban en línea. El sello romano llevaba autoridad legal. Era más que una cinta amarilla bloqueando la entrada a una escena de crimen; romper un sello romano era desafiar la autoridad romana. Esa piedra fue asegurada por la autoridad del Imperio romano. Los soldados estarían totalmente equipados con espada, escudo, lanza, daga, armadura. También debemos recordar que estos eran soldados romanos. A ellos nos les importaba Jesús o las leyes o rituales judíos. Ellos fueron llamados para asegurar la tumba de un criminal. Para ellos lo único sagrado en esta tumba era el sello romano, porque si ese era roto, sus carreras estarían arruinadas y ellos mismos podían ser ejecutados. Los soldados lo suficientemente despiadados como para apostar por las ropas de un hombre moribundo no eran el tipo de hombres que podían ser engañados por discípulos temblorosos, ni arriesgarían sus cuellos durmiendo en su puesto. Pero, ninguno de estos obstáculos importó. ¡Todos ellos cayeron delante de Él! Los obstáculos materiales no resisten delante del Jesús resucitado. La autoridad humana no resiste delante del Jesús resucitado. La fuerza humana no resiste delante del Jesús resucitado.

Pastor Carlos Umaña Comunidad Cristiana Lifehouse.