Jesús sintió que era importante para Él y sus seguidores que dejaran el área rápidamente. Quizá era para evitar que las multitudes se aferraran a Él como recurso potencial de pan diario. Por lo tanto, Jesús hizo que los discípulos entraran en la barca. En realidad, hubo varias razones por las cuales Jesús hizo esto. Porque quería tiempo a solas para orar; porque quería escapar de las multitudes y descansar un poco; y porque quería que la multitud se dispersara para evitar un escándalo mesiánico. Juan en el capitulo 6 nos dice que la multitud respondió al milagro mesiánico con una oleada de expectación mesiánica. Si los discípulos compartían esta emoción –quizá sintiendo que ahora era el tiempo para promover a Jesús públicamente como Mesías el Rey– entonces era más importante que nunca que Jesús alejara a los discípulos de una multitud emocionada.
Jesús subió al monte a orar aparte: Jesús estaba deseoso por pasar un tiempo a solas con Su Padre. En medio de su gran ministerio para los demás, Él no –ni podía– descuidar la oración. Mientras los discípulos estaban en peligro, y casi perecían, Cristo estaba orando por ellos. Así, Él sigue haciendo por nosotros, a la diestra de la Majestad en las alturas. El mar de Galilea es conocido por sus tormentas repentinas, y durante esta tormenta Jesús no estaba en la barca con sus discípulos. Aproximadamente entre las 3 a.m. Jesús vino caminando sobre las aguas hasta la barca que estaba en medio del mar y después de que se habían agotado de tanto remar en contra de las olas y de la tormenta ventosa.
Él no quería turbarlos o asustarlos. Por lo tanto, en seguida les habló con palabras consoladoras. Hay dos buenas razones para deshacerse del temor. Una razón puede ser que el problema no es tan grande como se pensaba; tal vez tienes temor porque exageras el peligro. La otra razón es que, aunque el problema puede ser real, existe una solución y una ayuda aún más grande. No tenemos ni la menor idea de lo que llevó a Pedro a hacer la pregunta del versículo 28: “¿Señor eres tu?” pero su fe en Jesús fue notable. Realmente respondió a la invitación de Jesús y salió de la barca. La petición es audaz, pero los discípulos habían sido entrenados por un tiempo y se les había dado el poder para hacer el mismo tipo de milagros que Jesús estaba haciendo como lo vimos en el capítulo 10. ¿Qué es más natural que un pescador que conocía y respetaba los peligros del mar de Galilea, querer seguir a Jesús en esta nueva demostración de poder sobrenatural?
Esta es una imagen maravillosa de caminar en fe, demostrando que Pedro pudo hacer lo milagroso cuando sus ojos estaban fijos en Jesús. Al ver el fuerte viento, tuvo miedo, él se turbó por el miedo y comenzó a hundirse. Cuando esto pasó dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame!: Incluso cuando Pedro falló, Jesús estaba ahí para salvarlo. Pedro sabía a quién clamar en el momento de crisis. Entonces Jesús, trajo a Pedro de regreso a la barca. ¡Que escena! Jesús y Pedro, mano a mano, caminando sobre el mar! Una vez que Jesús rescató a Pedro, habló con él de su poca fe. Esta poca fe lo guio a la duda y a la distracción que hizo que se hundiera bajo el viento y las olas. Aquí Pedro nos demuestra la debilidad de la poca fe. La poca fe se encuentra regularmente en lugares donde tal vez se espera gran fe, es demasiada ansiosa en busca de señales, es capaz de tener una opinión demasiada alta de su propio poder, es muy afectada por sus alrededores, es demasiada rápida para exagerar el peligro. Sin embargo, Pedro también nos demuestra las fuerzas de la poca fe. La poca fe, aunque pequeña, es fe verdadera, obedecerá la palabra de Jesús, batalla para llegar a Jesús, logrará cosas grandes por un tiempo, orará cuando esté en problemas, es segura porque Jesús está cerca.
¿Por qué dudaste?: Jesús solamente hizo esta pregunta después que Pedro estaba a salvo. Sin embargo, en ese momento era una pregunta totalmente razonable de hacer. ¿Por qué dudó Pedro? Si hay razón para poca fe, evidentemente hay razón para una gran confianza. Si existe alguna razón para confiar en Jesús, ¿por qué no confiar en él por completo? Es útil para nosotros enfrentar nuestras dudas. Los que estaban en la barca vinieron y le adoraron: Se cambiaron rápidamente de temer a la tormenta a adorar a Jesús. Esto fue una reacción lógica considerando el poder que Jesús mostró al caminar sobre el agua, y el amor que mostró al cuidar a Pedro que se hundía. El Evangelio de Juan nos dice que esta cruzada era milagrosa. Mientras Jesús se subía a la barca con ellos, la barca fue llevada milagrosamente al otro lado. Genesaret era una región (no solo una ciudad) en la costa occidental al sur de Capernaum. Esto fue un sorprendente regreso al territorio de Antipas.
La multitud de nuevo le rogaban que les dejase tocar solamente el borde de su manto: Aun el borde del manto de Jesús provee un punto importante del contacto para la fe de ellos. Como los paños de Pablo (Hechos 19:11-12) y la sombra de Pedro (Hechos 5:15), el borde del manto de Jesús proveía un objeto físico que les ayudaba a creer en Dios para ser sanados en ese momento. Los grupos más estrictos, como los fariseos y los esenios, tomaban como abominación el rozar hombros entre la multitud; uno nunca sabía qué impureza ceremonial podría contraer.
Pastor Carlos Umaña Comunidad Cristiana Lifehouse.