El pueblo de Dios en los días de Malaquías estaba deprimido y desalentado porque parecía que los inicuos prosperaban y tenían mejores momentos que los piadosos. Esto los llenaba con dudas e incredulidad, y se quejaban de que cualquiera que hace mal agrada a Jehová, ellos pensaban que era injusto de parte de Dios, el bendecir a otros y no a ellos. Sin embargo, su pregunta mostraba que ellos no entendían que les daría el Dios de justicia. Este tipo de palabras ignorantes e incrédulas de parte del pueblo de Dios cansaban a Dios. Nos muestra cuánto Su pueblo se resiste a Su verdad y Su obra. Dios se ofende cuando las personas le acusan de ser injusto.

El mensajero profetizado no es nadie más que Juan el Bautista. Dios responde a su queja al decir, “Yo arreglaré las cosas con Mi Mesías, y antes de Él vendrá mi mensajero.” En una antigua procesión real el mensajero iba delante del Rey para anunciar su llegada, para indicar la ruta, y para quitar cualquier obstáculo en el camino. Juan el Bautista cumplió exactamente este ministerio para Jesús. La misma idea queda plasmada en Isaías 40:3-5. El propósito de Dios para traer esta profecía en específico a través de Malaquías, en sus días, fue probablemente debido a que Israel se quejaba de que las promesas Mesiánicas de Hageo y Zacarías no se habían cumplido. Aquí Malaquías muestra que el camino para el Mesías debe de prepararse, y que aún no están listos. Jehová promete que Él mismo vendrá – no solamente un profeta nuevo o mejor, sino el Señor mismo.

Este segundo mensajero es el Señor mismo – Jesús viniendo a su templo como el cumplimiento del antiguo pacto, y para instituir un nuevo pacto. La venida que el hombre debe soportar es la venida del Mensajero del pacto, pero es Su segunda venida. Como la mayoría de los profetas del Antiguo Testamento, Malaquías, en su ilustración de la venida de Cristo, mezcló las dos venidas. La venida de este segundo Mensajero será asombrosa y terrible, pero con propósito. Tanto para lavar como la obra refinadora para limpiar, no para destruir. Y se sentará para afinar y limpiar la plata: La hermosura de esta ilustración es que el refinador mira el horno abierto, o la olla, y sabe que el proceso de purificación esta completo, y que toda la escoria se ha quemado, cuando puede ver su imagen claramente reflejada en el metal moldeado. Al mismo tiempo, note que Él se sentará para afinar. Esta postura de estar sentado muestra que el refinador podría verse indiferente, pero no lo es. Él esta trabajando cuidadosamente con la plata, quemando y raspando la escoria que las llamas traen hacia la parte superior. Creo que veo en la postura del refinador de estar sentado como una paciencia asentada, como si él dijera: Este es un trabajo serio, y me ocuparé en ello, pues necesitará cuidado, y una vigilancia constante. En los dos primeros capítulos de Malaquías, Jehová habló en contra de la corrupción del sacerdocio. Aquí Dios da Su respuesta final para esa corrupción – el Mesías limpiará a los hijos de Leví. El propósito final de Dios es el limpiar la sociedad, y para cambiar los corazones del hombre. Cuando Jesús regrese en gloria y gobierne esta tierra, el mal será rápidamente castigado. Si fuera posible para Dios el cambiar Su forma de pensar hacia nosotros, Él bien podría hacerlo y nosotros seríamos consumidos. Afortunadamente, el Señor no cambia en Su amor o Su elección hacia nosotros. El amor inmutable de Dios por Israel les debió de hacer más obedientes y sumisos hacia Él, pero ellos presumían de Su fidelidad y paciencia.

En su sentido más básico, el arrepentirse es darle la espalda al pecado y volver a Dios. No es tan necesario si queremos regresar a Dios; el arrepentimiento describe el acto mismo de volver. Israel no sabía cómo volver a Dios. Ya sea que ellos eligieron no hacerlo o simplemente eran ignorantes.

Pastor Carlos Umaña Comunidad Cristiana Lifehouse.