Esta es una interesante (y extraña) combinación de las dos tribus que salieron de José (Efraín y Manasés) en un grupo, la casa de José. Podemos darle el crédito de su victoria a su efectivo uso de espionaje militar; pero la verdadera razón era que Jehová estaba con ellos. Parecía que ellos usaban los eventos que rodeaban a Rahab y la conquista de Jericó como un patrón (Josué 3 y 6), y para todo esto, un patrón exitoso. Al principio hubo focos de Cananeos las cuales estás tribus no fueron capaces de sacarlos de la tierra. Pero cuando las tribus crecieron para ser lo suficientemente fuertes, ellos se comprometieron con los Cananeos y pensaban que los podían utilizar para su ventaja cobrándoles impuestos. La historia que aquí se da revela que mientras que la obra comenzó con fervor, gradualmente se fue debilitando. Jehová estaba con Judá y resultó en victoria. Jehová estaba con José y Betel fue tomada. Manasés y Efraín y todos los demás se debilitaban en la obra, y los Cananeos fueron dejados en la posesión. De la misma manera, cuando alguien comienza su vida cristiana, quizás no sean lo suficientemente fuertes en Dios para lidiar con todas las cosas que ven y que necesitan cambiarse; pero mientras crecen en el Señor, no deben de ser flojos en lidiar con esas áreas. Nunca debemos de hacer un tratado de paz con nuestros pecados; debemos estar determinados en arrojarlos. Gezer no le pertenecía a Israel sino hasta que le fue dado a Salomón por el Faraón (1 Reyes 9:16).

Cada tribu tenía su propia responsabilidad y sus propias batallas por pelear. En su batalla particular, la tribu de Zabulón fracasó en tomar todo aquello que Dios le había preparado por porción. El pueblo de Zabulón pensó que podía tomar su incompleta obediencia de la obra para su ventaja, especialmente de manera económica. Ellos fracasaron en apreciar que el cananeo que habitaba en medio de él eventualmente le traería hacia una crisis social y espiritual. Debido a que la crisis no era inmediata, era fácil el pensar que no era real. Pero era certera, y solamente una obediencia que confía en Dios les podría librar del ciclo venidero de dicha crisis la cual registra el Libro de los Jueces. La tribu de Aser también fracasó en tomar lo que Dios les había señalado. Cada tribu que fracasó hacía que fuera más fácil para que las otras tribus fracasaran. Del pueblo de Zabulón, leemos que los Cananeos habitaban en medio de él (Jueces 1:30). Pero con Aser fue aún peor; fue Aser quien moró entre los cananeos. Ellos sufrieron un grado peor de un declive social y espiritual. Mientras que la mayoría de las tribus fueron capaces de ocupar al menos alguna parte de su territorio asignado, la tribu de Aser parece haber fracasado completamente en desalojar a los Cananeos. La tribu de Neftalí halló dificultad para contrarrestar la tendencia de las otras tribus. La derrota de uno afecta la condición de los demás. Dios nunca tenía la intención de que Israel conquistara la tierra de Canaán fácilmente; Él no tenía la intención de que pasara rápido. Éxodo 23:29-30 y Deuteronomio 7:22-24 dicen que Dios tenía la intención de darles la tierra poco a poco. Aunque Dios planeó que Israel tomara la tierra por medio de una confianza constante en Él, y en batallas frecuentes, ellos fracasaron en hacer esto y no arrojaron a sus habitantes. Casi era como si Israel dijera, “Si no lo podemos tener fácil, entonces no lo queremos”. El pueblo de Neftalí combinó dos facetas de capitulación hacia el enemigo. En algunas regiones de su territorio vivieron bajo la sombra del dominio Cananeo; en otras regiones pusieron a los Cananeos bajo tributo hacia ellos. Ambas facetas quedan cortas del mandamiento e intención Dios para el pueblo Israel.

Vemos al pueblo de Dios ser acosado por sus enemigos. Esto nunca debe de ser el caso cuando el pueblo de Dios esta caminando en la fuerza de su Dios. Otra vez, en lugar de hacer lo que Dios les dijo que hicieran con estos enemigos (el arrojarlos completamente), los de la tribu de José decidieron utilizarlos como mejor les parecía; el poner a estos enemigos bajo tributo. Esto lo hicieron por pura codicia, la raíz de todo el mal, descuidando el mandato de Dios de ser lo contrario.

El resultado final fue que los amorreos tenían un límite señalado dentro de la herencia del pueblo de Dios. Esta era un alojamiento innecesario y peligroso para los enemigos sociales y espirituales del pueblo de Dios. Hay una peligrosa y seductora forma de pacifismo en la vida cristiana, la cual ignora la realidad de la batalla espiritual claramente descrita en Efesios 6:10-20 y referida por analogía en el Libro de Jueces. Esta actitud pacifista felizmente hará paz con el diablo la cual dice básicamente, No heriré tus intereses si me dejas en la mayor parte en paz. Esta actitud de rendición espiritual no es aceptable para el cristiano. En este periodo, las tribus de Israel a lo más experimentaron una victoria incompleta; y en lo peor simplemente se rindieron y se alojaron con el enemigo. Esto nos hace valorar la victoria completa y gloriosa de Cristo Jesús por nuestra parte aún mucho más. No hubo nada que se dejara sin completar en la victoria que Él ganó por nosotros en la cruz, y por medio de la resurrección.

Pastor Carlos Umaña Comunidad Cristiana Lifehouse.