Eliú dio una vez más una poco clara introducción a su punto. En este discurso citaría las palabras de Job, las que consideraba que acusaban a Dios y lo justificaban a él mismo. Claro, ninguna de estas citas era directa. Más bien resumen las conclusiones a las que parecían llegar los argumentos de Job. Esta fue otra leve malinterpretación de lo que Job había dicho. Job ciertamente había dicho que fue lastimado tan severamente por sus pruebas que le resultaban muy dolorosas, sin embargo, él nunca afirmó no tener pecado. Solo afirmó que no había ningún pecado especial que lo hubiera convertido en blanco de esta catástrofe especial. Eliú intentó citar declaraciones específicas de Job para refutarlas, pero citó selectiva e injustamente, solamente eligió las palabras de Job que necesitaba para probar su punto. Es verdad que Job en el calor de la discusión había dejado salir muchas palabras desconsideradas, como es visto durante casi todo el capítulo diez; no obstante, aun así, estuvo lejos de decir que no tenía pecado o que Dios era injusto, como Eliú afirmaba.
Parece impensable que Eliú realmente creyera que Job andaba en compañía de hombres malos. Tal vez se refería a que lo que él consideraba la moral confusa de Job que lo había llevado a asociarse con los moralmente corruptos. En un lenguaje aún más fuerte que el de sus ancianos, el joven orador ataca a Job, no por alguna culpa oculta de su pasado – de esto, a diferencia de sus tres mayores, el joven orador no dice nada– como que Job había pronunciado blasfemias con deleite.
Porque ha dicho: De nada servirá al hombre el conformar su voluntad a Dios: Job ciertamente no dijo nada como esto. Podemos entender cómo Eliú pensaba esto sobre Job; porque Job afirmó conformar su voluntad a Dios y ahora parecía afirmar que no le había servido de nada. Pero Eliú está tomando hilos de pensamiento generales de Job, y los extiende más allá de lo que Job realmente hizo. Lo que más alarmó a Eliú sobre Job era que de alguna manera este hombre tenía el descaro de culpar a Dios por sus problemas, y aun así considerarse a sí mismo justo y fiel.
Eliú siguió la simple ecuación de “siempre cosechas lo que siembras” promovida por Elifaz en el primer discurso de los amigos de Job. Muchas personas en la actualidad creen la idea de Eliú (y Elifaz), y la consideran una ley espiritual absoluta en vez de un principio general. Algunos toman el pasaje de Gálatas 6:7: No se engañen; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre siembra, eso también segará. Sin embargo, es importante entender el contexto de la declaración de Pablo, el cual era aliento y exhortación para los cristianos a dar materialmente para el apoyo de sus ministros. Es verdad que el principio de Gálatas 6:7 tiene aplicación más allá de dar y apoyar a los maestros y ministros. Tiene una aplicación general en la vida; lo que obtenemos es con frecuencia lo que damos. Sin embargo, Pablo no promovió una especie de ley de karma espiritual que asegura que obtendremos bien cuando hagamos cosas buenas o que siempre recibiremos mal cuando hagamos cosas malas. Si hubiera tal ley espiritual absoluta, ciertamente nos condenaría a todos. Más bien, Pablo simplemente relacionaba el principio de sembrar y cosechar con la manera en la que manejamos nuestros recursos delante del Señor. Él utilizó la misma imagen en 1 a los Corintios 9:11 y 2 a los Corintios 9:6-10.
Eliú estaba en lo correcto al decir que, Dios no hará injusticia, y el Omnipotente no pervertirá el derecho y esta es una idea en la que están de acuerdo Job y sus tres amigos. Sin embargo, el problema era que Eliú y los tres amigos de Job parecían asumir que Dios nunca actuaría misteriosamente, y estaban demasiado confiados en su habilidad para comprender a Dios y sus caminos. Eliú tomó los agonizantes lamentos de Job hacia Dios como si Job estuviera condenando a Dios. Era una asunción injusta; la agonía de Job estaba profundamente enraizada en el sentido de que él sí amaba a Dios y respetaba su justicia.
Eliú dijo esto como una advertencia para Job. El juicio de Dios era tan perfecto que Él juzgaba a los reyes y príncipes de este mundo sin parcialidad. Por lo tanto, si Job no se arrepentía del pecado que provocó su crisis y su pecaminosa respuesta a este, podía estar seguro de que Dios lo juzgaría como a uno de los que se apartaron de él.
El mensaje de Eliú para Job era claro: Dios siempre hace lo correcto. Sin embargo, la manera en que desarrolló y aplicó este pensamiento a la situación de Job estaba equivocada e incluso era peligrosa. “Si todo lo que Dios hace es bueno, por definición, y si, porque él es soberano, Dios hace todo lo que sucede, entonces sigue que todo lo que sucede es bueno, y la categoría del mal desaparece.”
Pastor Carlos Umaña Comunidad Cristiana Lifehouse.