El libro de Job inicia introduciendo a su personaje principal y al hombre que tal vez escribió el libro al registrar sus propias experiencias. Correctamente se considera al libro de Job como una pieza maestra de la poesía hebrea y la literatura occidental. Como el primer libro poético de la biblia, Job introduce al lector a la idea de la poesía hebrea, la cual involucra la repetición y la combinación de ideas más que sonidos. El autor, la fecha, y el lugar del libro de Job son todos inciertos. A juzgar por el estilo del hebreo utilizado, algunos eruditos consideran que Job es el libro más antiguo del Antiguo Testamento. Que es antiguo; está más allá de toda disputa. Probablemente pertenece al periodo cubierto por el libro de Génesis; y posiblemente al tiempo de Abraham. Su lección, por lo tanto, es la lección más antigua que pudiéramos tener; y nos regresa a la primera lección enseñada en la Biblia misma. El texto es tan antiguo que en algunas partes no entendemos con certeza el significado de algunas de las palabras; sin embargo, el significado general es claro. La repugnancia expresada en el comentario de Job de que es “desabrido” (Job 6:6) puede ser apreciada, a pesar de que seguimos sin saber que substancia es. Es fascinante pensar que mientras abrimos este texto podríamos estarnos enfrentando al relato escrito más antiguo de la relación de un ser humano con Yahvé, el único y verdadero Dios.
El tema principal del libro no es el sufrimiento y el dolor de un hombre; el problema de Job no es tanto financiero, social o médico; su problema central es teológico. Job debe lidiar con el hecho de que, en su vida, Dios no actúa de la manera en la que siempre pensó que Dios actuaba y debía actuar. En este drama, el libro de Job no es tanto un registro de soluciones y explicaciones a este problema; es más una revelación de la experiencia de Job y las respuestas que venían junto con su experiencia.
Es, por lo tanto, una historia real y verdadera la que tenemos sobre él, y no ficción o parábola moral como algunos han creído. Se ve un doble testimonio en esto, el profético, Ezequiel 14:14, el otro apostólico, Santiago 5:11, y una cuerda tan bien entrelazada no se rompe tan fácilmente. El primer vistazo a Job nos muestra que era un hombre sumamente honrado. El autor da una descripción impresionante de un hombre que no es perfecto, pero ciertamente completo en su devoción, respeto y obediencia a Dios.
La conexión de Dios con Job parece ser independiente de cualquier otro personaje del Antiguo Testamento. Definitivamente parece haber vivido antes del tiempo de Moisés y el pueblo de Israel; tal vez incluso antes que Abraham. Si embargo, algunos piensan que el Jobab mencionado en Génesis 10:29 es Job, lo cual lo pondría en la era entre Noé y Abraham. Si esa era la era de Job, entonces podemos decir que la profunda y verdadera relación de Job con Dios fue sin duda pasada a él por sus ancestros que se remontan al tiempo de Noé y su hijo. En este aspecto, él fue algo parecido a Melquisedec (como en Génesis 14:18-24) quien simplemente apareció en escena como alguien que era adorador y seguidor del Dios verdadero.
La fuerte declaración de la rectitud de Job es importante para entender el resto de la historia. Reconocer la rectitud de Job nos salvará de cometer el error de pensar en cualquier punto de esas experiencias, que estas tienen su explicación en el hombre mismo. No sufrió por él mismo. Sus dolores no fueron penas por maldad: ni siquiera castigos para corrección. Job era “perfecto.” Esto no significa que Job no tenía pecado, sino que era intachable. Hay una gran diferencia: El pecado es vertical, intachable es horizontal. De la manera en que Job vivía delante de los ojos vigilantes de sus compañeros, nadie podía juzgar a Job justamente con falla moral. Todos los que hablan en el libro, incluido el mismo Job, están convencidos de que los hombres son pecadores. El primer acto registrado de Job es ofrecer sacrificios por pecado. Este no es el punto. Es posible para hombres pecadores ser genuinamente buenos.
En una cultura donde el estatus y la riqueza podían ser medidas por el tamaño de la familia, Job era un hombre de estatus y riqueza impresionantes. Cuál fuera la manera en la que se le midiera, Job era un hombre prominente y acaudalado. Su rectitud, riqueza y estatus hacían cierto que era aquel varón más grande que todos los orientales. Mucho más adelante en el libro vislumbraremos lo que Job realmente hacía con su dinero, con su tiempo y energías: él rescataba a los necesitados, se ocupaba personalmente de los discapacitados los moribundos; llevó huérfanos a su hogar; incluso llevó a los poderosos a la corte y defendió el caso de los desfavorecidos. La idea de esta descripción nos deja ver que la familia de Job tenía una relación estrecha y feliz. Esto refuerza la idea de que Job y su familia eran grandemente bendecidos, no parece indicar que eran hedonistas y que se dedicaban excesivamente a las fiestas. Ellos celebraban alegremente las fechas especiales (cada uno en su día), probablemente sus cumpleaños. Ninguna desaprobación de esta vida placentera es expresada. No debemos suponer que pasaban todo su tiempo parrandeando y no trabajaban. No hay indicios de embriaguez o licencia de pereza. Si él lo hubiera condenado nunca hubiera ofrecido sacrificio a Dios, a menos que hubieran pecado, pero les hubiera dicho inmediatamente que era algo pecaminoso, y que no podía consentir aquello.
¡Qué ejemplo tan hermoso es modelado por Job para los padres cristianos! Cuando tus hijas salen con extraños, y tus hijos con las grandes maneras del mundo, y tú eres incapaz de imponer tu voluntad sobre ellos, como en los días de su infancia, aún puedes orar por ellos, echando sobre ellos el escudo de la intercesión, con fuertes llantos y lágrimas. Ellos están lejos de tu alcance; pero por fe puedes mover el brazo de Dios a su favor. Uno no lo sabría por los primeros versículos, pero el libro de Job trata de una guerra épica. Sin embargo, ninguna ciudad es atacada, sitiada o conquistada; ninguna batalla es ganada o perdida; ningún océano es navegado, ninguna nación es fundada ni aventuras registradas. Todo el conflicto sucede en un montón de cenizas – prácticamente un vertedero de basura – fuera de un pueblo. Es una guerra épica, pero una de la vida interna; una lucha por entender algunas de las preguntas más profundas de la vida.
Pastor Carlos Umaña Comunidad Cristiana Lifehouse.