Llegó un momento en que dado el gran número de personas claro que debía de haber asuntos y preguntas que debían de resolverse. Aparentemente Moisés era el único juez reconocido de la nación, y el trabajo de escuchar cada caso lo tenía ocupado desde la mañana hasta la tarde. Jetro observó esto y cuestionó a su yerno sobre el asunto. Moisés conocía a Dios y a Sus leyes, él era capaz de resolver justamente las disputas entre los hijos de Israel. Pero el llevar toda la responsabilidad sobre si mismo era una carga masiva.

Jetro le dijo: No está bien lo que haces. No era de que Moisés fuera incapaz de escuchar los asuntos; o que no le importara; tampoco era de que el trabajo se pusiera en medio de él, y ni siquiera era de que el pueblo no quería que Moisés los escuchara. El problema era simple, era mucho trabajo para que Moisés lo pudiera hacer solo. Sus energías se gastaban de una manera imprudente, y la justicia era retrasada para muchos en Israel. Moisés era enseñable, lo cual le da crédito; cuando Jetro le dijo no esta bien lo que haces, Moisés escuchó a Jetro. Moisés sabía como no inclinarse a las murmuraciones de los hijos de Israel, pero también sabía escuchar el consejo piadoso de un hombre como Jetro. Los hombres llamados por Dios para liderar siempre están en peligro de abarcar más de lo que ellos son capaces.

Jetro aconseja a Moisés que ore y enseñe. Este era el primer paso esencial para que Moisés delegara efectivamente. Él debía de orar por el pueblo; Moisés debía de someter los asuntos a Dios. La oración era un aspecto esencial del liderazgo de Moisés en el pueblo. Para que Moisés pudiera dirigir y delegar efectivamente, él debía de enseñar la Palabra de Dios no solamente a aquellos que escucharan los asuntos, sino a aquellos que pudieran tener nuevos asuntos después. Si el pueblo conociera la palabra de Dios, entonces muchos asuntos pudieran ser resueltos inmediatamente. Pero también, si el pueblo conociera la palabra de Dios, ellos no se sentirían desalentados si no pudieran traer el asunto delante de Moisés mismo – ellos sabrían que las personas que Moisés delegó podrían darles consejo de la sabiduría de Dios.

Jetro le aconsejó: escoge tú de entre todo el pueblo varones de verdad, llenos de virtud, piadosos, hombres de honor, temerosos de Dios y que aborrezcan la avaricia. Este era el siguiente paso para una delegación efectiva por parte de Moisés. La delegación falla si el trabajo no es puesto en manos capaces, en hombres piadosos. Solamente hombres particulares eran aptos para este trabajo. Para que Moisés pudiera efectivamente delegar, él debía aún de supervisar y liderar a aquellos debajo de él. El delegar es el ejercicio de liderazgo, no el abandonarlo. Jetro sabía que este consejo venía fuera de la comunidad de Israel, y quizás tenía más un sentido de una escuela de administración que de la existente santa Escritura. Por lo tanto, él fue cuidadoso de decir a Moisés que él debía de estar seguro que Dios ordenara este enfoque, y no Moisés.

La segunda recompensa era que el pueblo podría ser servido efectivamente. Se dice que la justicia retrasada es una justicia negada, y los asuntos en Israel podrían ser prevenidos o resueltos por los mismos individuos (al enseñar la ley de Dios), o resolverse por los líderes puestos por Moisés. Dios enseño a Moisés por medio de un foráneo, y Moisés escuchó. Moisés sabiamente siguió el consejo de Jetro, y seguramente esto extendió su ministerio y lo hizo a él más efectivo. En el método de Moisés para administrar, algunos tenían una mayor posición que otros. Pero aún Dios honró el fiel servicio de los jefes sobre diez como a los que sirvieron como jefes sobre mil. Esto era bueno para Moisés. Él se podría enfocar en las cosas más importantes y no sería abrumado y estresado por muchas tareas pequeñas. Moisés escogió y les dio a hombres capaces una responsabilidad real y tuvieron la oportunidad de servir al pueblo de Dios de manera significativa para extender la obra de Dios. Esto era bueno para la congregación. Moisés oraba y les enseñaba, y ellos fueron capaces de resolver más asuntos por ellos mismos. Cuando ellos necesitaban resolver un asunto, ellos recibieron una atención más oportuna y mejor de los líderes delegados que aún el mismo Moisés.

“Es mejor el poner a cien hombres a trabajar que hacer el trabajo de cien hombres.” (D.L. Moody)

Pastor Carlos Umaña Comunidad Cristiana Lifehouse.