La plaga final: la muerte de los primogénitos de Egipto. Dios le dijo a Moisés que Faraón no los dejaría ir sino hasta que Dios le forzara por medio de obras poderosas, y que estas obras de alguna manera tocarían al primogénito de Egipto. Ahora, la situación se reveló de la manera que Dios dijo que pasaría.

Hasta el primogénito del cautivo que estaba en la cárcel: Cárcel es “Literalmente el calabozo’. Los hoyos eran prisiones comunes. Aquí, lo opuesto al faraón no es la ‘esclava del molino’ sino el prisionero de guerra en el calabozo. Esta plaga fue dirigida en contra de dos dioses egipcios significativos. Primero, Osiris quien era el dios egipcio que se decía daba la vida. Segundo, esto era en contra de la supuesta deidad de Faraón mismo, debido a que su propia casa fue herida (el primogénito de Faraón que se sentaba sobre su trono).

Una inscripción fue encontrada en un santuario la cual conecta al gran Esfinge la cual registra una promesa solemne de los dioses egipcios, los cuales juraban que Tutmosis IV sucedería a su padre Amenhotep II – de quien muchos creen que era el Faraón durante el Éxodo. Esta única, y enfática promesa de los dioses de que algo tan natural debía de suceder – de que el hijo mayor tomaría el lugar de su padre como Faraón – era debido a que quizás Tutmosis IV no era el primogénito de su padre, y que el primogénito fue herido de muerte durante la primera Pascua. Por lo tanto, ellos creían que el segundo hijo necesitaba de una protección especial por parte de los dioses y la inscripción procuró el proveer eso.

Este último juicio demandó la vida del hijo mayor de cada casa. Hasta ese momento Dios no había tocado vidas humanas. En esta plaga sí lo hizo. Pero no debemos pensar en Dios como si hubiera sido un asesino. La Biblia nos cuenta que cuando el patriarca Job perdió a sus hijos porque Dios había permitido que Satanás causase su muerte, exclamó: “El Señor dio y el Señor quitó; bendito sea el nombre del Señor.”

El creador de la vida tiene la autoridad para quitarla. Y tenemos que considerar pasajes como el que hoy estudiamos en el contexto de una guerra espiritual, que tiene heridos y muertos, entre Dios y Su adversario, entre el bien y el mal; lucha que se va desarrollando a través de la historia por medio de acontecimientos trágicos que nuestra mente limitada no alcanza a comprender. En cualquier caso, sabemos que Dios vencerá en la batalla final. Al tratar con Faraón, Dios debía de informar primeramente a su mente, después debía de romper su voluntad. El problema de Faraón no era de que careciera de suficiente evidencia intelectual; su corazón debía de ser quebrantado y debía ser hecho blando hacia Dios. Egipto y Faraón no le darían a Dios Su primogénito; así que Dios tomo el primogénito de Egipto. Finalmente, Faraón supo que Jehová Dios era más grande que todos los dioses egipcios, y más grande que el mismo Faraón – quien se creía que era un dios.

Israel clamó a Dios por liberación, y clamaron a Faraón por alivio. Ahora los egipcios tenían una razón para clamar. Faraón no solamente dejó ir a Israel; ahora el les ordenó que se fueran. Esto era justo lo que Jehová dijo a Moisés que pasaría: él os dejará ir de aquí; y seguramente os echará de aquí del todo. Los egipcios no sabían hasta donde llegaría el juicio de Dios y cuándo se terminaría. Los hijos mayores ya habían muerto. ¿Qué haría Dios después? Debieron pensar que el siguiente paso sería la muerte de todos los egipcios. Así que Faraón y el pueblo, temiendo por sus vidas, apremiaron a los Israelitas para que se retirasen del país lo antes posible.

Al pedir que lo bendijera también a él, mostró que ahora Faraón sabía quien era Jehová, el Dios que era más grande que cualquier Faraón, y el mismo buscó por bendición. Faraón llegó a este conocimiento después de ser quebrantado. El pueblo egipcio también estuvo de acuerdo en que los Israelitas debían de marcharse, hasta el punto en que ellos pagaron a los Israelitas para que se fueran. Por lo tanto, los hijos de Israel se fueron de prisa, y tan rápidamente que no les fue posible leudar el pan. Ahora, debido a la prisa de su partida ellos debían de hacer lo que Dios les dijo debido a que Dios arregló las circunstancias de modo que ellos no pudieron usar levadura. De la misma manera, algunas veces Dios arregla las circunstancias en donde la obediencia es simplemente hecha necesaria, aún si nosotros normalmente no la elegimos. Por ejemplo, Dios podría querer que un hombre deje a sus amigos los cuales son de mala influencia, y el hombre se da cuenta de que sus amigos lo dejan primero.

Pastor Carlos Umaña Comunidad Cristiana Lifehouse.