Dios ordenó que tres veces al año, todos los hombres de Israel debían reunirse para celebrar las fiestas más importantes. Estás incluían el día de los Panes sin Levadura (el cual esta conectado con la Pascua), los Primeros Frutos y la Cosecha (Pentecostés).

Todos debían participar excepto los hombres ancianos, enfermos, discapacitados mentalmente y niños con una edad inferior a trece años de edad; por que así entendían los doctores judíos este mandamiento. Los detalles sobre la observancia de estas fiestas los encontraremos más adelante en el Libro de Levítico. Ya que la levadura era un símbolo del pecado y la corrupción, la sangre expiatoria nunca podía ofrecerse con pan leudado. Esto significaba que ningún Israelita debía de matar al cordero de Pascua mientras hubiera levadura en sus casas. Si la expiación ha de ser considerada como una obra completa, debe ofrecerse de manera integra a Jehová – todo debe ser entregado a Dios, no se debía guardar ni una porción para después. Esto incluía de manera especial a la grosura de mi víctima, la mejor porción del animal sacrificado.

Cuando Israel entró en Canaán, tuvo la responsabilidad especial de hacer una ofrenda de las primicias a Dios, además de su ofrenda regular de las primicias. Darle a Dios lo primero y lo mejor lo honraba como el Buen Proveedor de todas las cosas. Había algunas prohibiciones como guisar el cabrito en la leche de su madre: Este mandato, que suena extraño, era en realidad un mandato para que no imitaran el ritual de fertilidad que era tan común entre los paganos. Era costumbre de los antiguos paganos, cuando habían recogido todos sus frutos, tomar un cabrito y hervirlo en la leche de su madre; y luego, de manera mágica, ir de un lado a otro y rociar con ella todos sus árboles y campos, jardines y huertas; pensando con estos medios hacerlos fructíferos, para que produzcan más en abundancia el año siguiente.

Dios dijo: Yo envío mi Ángel delante de ti: Este ángel singular demandaba la obediencia de Israel y tenía el derecho de juicio sobre la nación. Y lo más importante es que el nombre de Dios estaba en él. Sólo conocemos a unos pocos ángeles por nombre, Miguel y Gabriel tienen cada uno el nombre de Dios en su nombre. Pero ni Miguel ni Gabriel demandaban esta clase de obediencia de Israel ni tampoco se sentaban en el trono de juicio para juzgar. Este es el Ángel específico de Jehová, Jesús, apareciendo en el Antiguo Testamento, antes de Su encarnación en Belén, quien a menudo habla directamente como el Señor. Por supuesto, el nombre de Yahvé esta en Jesús. Su nombre es literalmente Ye-shua. Jesús estuvo con Israel durante toda su experiencia por el desierto. Era característico del pacto mosaico que la bendición estaba basada casi en su totalidad en el desempeño de Israel. Si ellos obedecían serían bendecidos. Si ellos desobedecían serían maldecidos. El pueblo cananeo era profundamente depravado y moralmente degradado, y esto era un resultado natural de los dioses ídolos depravados y degradados a los que servían. Por lo tanto, era esencial que Israel no imitara su adoración a ídolos ni permitiera que continuara.

Si rechazaban a los dioses de los cananeos y continuaban siendo fieles a Dios, Él prometió traer bendiciones a lo largo de toda su vida. Dios prometió que Él iría delante de Israel y tomaría la tierra por ellos, usando métodos sobrenaturales evidentes y fenómenos naturales visibles como la avispa. Dios promete expulsar a los enemigos de Israel de Canaán, pero no los expulsaría a todos de una sola vez. Israel pudo haber querido que toda la tierra fuera despejada ante ellos, pero Dios sabía que esto no era lo mejor para la tierra ni para ellos. Dios quería que Israel se multiplicara en el proceso de tomar la Tierra Prometida. Quería que crecieran. A Dios le importa que crezcamos, por eso a menudo nos hace crecer poco a poco.

Los limites de la tierra fueron Desde el Mar Rojo hasta el mar de los filisteos, y desde el desierto hasta el Éufrates: Esto abarcaba una gran porción de tierra, una que Israel nunca ha poseído por completo. Muchos suponen que lo más cerca que estuvieron de lograr esto fue durante los días del Rey David y Salomón. Aquí hay un principio espiritual. Dios puede dar, pero nosotros debemos poseer. Él retiene nuestra posesión de muchas bendiciones hasta que nosotros nos asociamos con Él por medio de una osada fe y obediencia.

Dios no es un padre indulgente y permisivo, que derrama sobre Sus hijos recursos, bendiciones y dones que no están preparados para recibir ni para hacerse responsables de ellos. Cuando Su pueblo está listo para poseer en fe, lo que fue prometido se cumple. Por falta de discernimiento, Israel terminó haciendo un pacto con algunos de los habitantes de la tierra (Josué 9). No hay ningún área de la ley que Israel, o cualquier otra persona, haya cumplido a la perfección.

Pastor Carlos Umaña Comunidad Cristiana Lifehouse.