En los textos anteriores se nos habló de que el rey de Asiria accedió a la petición y se preocupó de que se les enseñase la ley del Dios del país a los habitantes, no por afecto a Dios, sino por librar de los leones a sus súbditos. Mandó, regresar a uno de los sacerdotes de los becerros de oro, quien habitó entre ellos para enseñarles cómo habían de temer a Jehová. Así instruidos, adoptaron una forma híbrida de religión, adoraron al Dios de Israel por miedo y a sus ídolos por amor.
Si hemos de dar crédito a la tradición de los rabinos, nos dicen que Sucot-Benot era adorado bajo la forma de una gallina y sus pollos, Nergal en un gallo, Asimá en una cabra pelona, Nibjaz en un perro, Tartac en un asno, Adramélec en un pavo real, y Anamélec en un faisán.
Pero, si tenemos en cuenta el predominio de la astrología en Asiria, es más probable que Sucot-Benot, que significa: “tiendas de las hijas” primero, sea símbolo de Venus, Nergal sería Marte (para los persas, el fuego), Tartac sería Saturno, planeta de mal agüero; es posible que Asimá sea sinónimo de Astarté. Al ser Adad y Anu deidades babilónicas, es probable que Adramélec signifique “Adad es rey”, y Ana-mélec “Anu es rey”.
Se nos dice en el texto del verso 41 que esto perduró hasta hoy, esto es, hasta el tiempo en que fue escrito el libro y varios siglos más, hasta que, en tiempo no de Alejandro Magno, Manasés consiguió que volviesen suficientes israelitas para superar en número a los de las primeras colonias, y obtuvo de ellos que arrojaran de sí esos ídolos y que diesen culto únicamente al Dios de Israel.
En cuanto a los israelitas que fueron deportados a Asiria. Cuando las otras dos tribus fueron deportadas a Babilonia se curaron de su idolatría y, por eso, después de setenta años, volvieron a su país con gozo, pero las diez tribus del norte se endurecieron en el horno de la prueba y, por consiguiente, perdieron justamente su identidad.
Cuando estaban en manos de sus enemigos y necesitaban liberación, fueron tan estupidos que no escucharon; antes hicieron según su costumbre antigua: sirvieron al Dios verdadero, y juntamente a los dioses falsos, como si no hubiese entre ellos ninguna diferencia. Oseas. 4:17 dice: “Efraín está ligado a los ídolos, ¡déjalo!” Así fue dejado, y así le dejaron las naciones que les sucedieron. El área del reino de Israel no fue reocupada por Judá antes de su propia subyugación y conquista por parte del Imperio babilónico. Esta religión mixta promovida primero por los asirios continuó por muchos siglos en Samaria, y existió incluso en los tiempos del Nuevo Testamento.
Pareciera que Dios era más indulgente con estos samaritanos de fe corrupta que con el desobediente Israel. Esto nos enseña que los que tienen más revelación de Dios tienen más responsabilidad delante de Dios. Sin embargo, 2 de Crónicas 30:10-19 nos muestra que en los días del rey Ezequías de Judá, había unos pocos seguidores del Dios verdadero en el área que antes fue el reino de Israel o reino del norte. Algunos respondieron a su invitación para celebrar la Pascua en Jerusalén.
Mas temed a Jehová vuestro Dios, y él os librará de mano de todos vuestros enemigos: El escritor afirma esto para recordarnos que si Israel hubiera sido fiel —incluso moderadamente fiel— a su pacto con Dios, aún permanecería. Dios los hubiera librado de todos sus enemigos. En vez de eso, fueron conquistados por el Imperio asirio después de su propia autodestrucción en
pecado y rebelión.
Pastor Carlos Umaña
Comunidad Cristiana Lifehouse