De dieciocho años era Joaquín cuando comenzó a reinar: Segunda de Crónicas 36:9 dice que “de ocho años era Joaquín cuando comenzó a reinar”. La diferencia entre estos dos relatos es, probablemente, debido al error del copista en Crónicas. En Crónicas dice que tenía ocho años cuando comenzó su reinado. Pero algunos manuscritos hebreos, siriacos, y arábigos, leen “dieciocho en Crónicas”, por lo que “ocho” debe ser un error de transcripción. Joaquín era probablemente el nombre de trono de Jeconías, también abreviado como Conías. Él continuó con la tradición de los reyes perversos de Judá.

Jeremías dijo de Joacim (padre de Joaquín): “no tendrá quien se siente sobre el trono de David”. La palabra “sentar” aquí significa “sentarse con firmeza” o “residir”; y el corto reinado de tres meses de Joaquín, ciertamente, no fue eso. Sedequías, el sucesor de Joaquín, era el hermano de Joacim, no su hijo. El rey de Judá anterior (Joacim) dirigió una rebelión contra Nabucodonosor, el rey de Babilonia, el cual vino con sus ejércitos contra Jerusalén, y Joaquín esperaba apaciguar a Nabucodonosor sometiéndose él, su familia y sus líderes a él. Al igual que su rebelde padre, Dios permitió que Joaquín fuera llevado cautivo a Babilonia. Su presencia en Babilonia es autentificada por tablas que hablan del aceite y la cebada destinados para él, su familia y sus cinco hijos en 592-569 a.C. y lo nombran como “Yaukin, rey de Judá”.

En este segundo ataque contra Jerusalén, Nabucodonosor tomó todo lo que quedaba de valor en el templo y en los palacios reales de Jerusalén. La caída de Jerusalén no ocurrió en una batalla catastrófica; ocurrió por etapas. La subyugación inicial de la ciudad por Nabucodonosor ocurrió alrededor del 605 a.C. Siguió la destrucción por parte de las bandas de saqueadores de Nabucodonosor, que fue del 601 al 598 a.C. El sitio y la caída de Jerusalén bajo el ejército principal de Nabucodonosor fue el 16 de marzo del 597 a.C. Finalmente, Nabucodonosor regresa a destruir por completo y despoblar Jerusalén en el verano del 586 a.C.

Y rompió en pedazos todos los utensilios de oro que había hecho Salomón rey de Israel: Esto nos muestra lo que sucedió con los muebles y las cosas preciadas del templo de Salomón. Algunas tradiciones antiguas nos dicen que Jeremías escondió el arca del pacto antes de esto, para que no estuviera entre las cosas que fueron cortadas y llevadas a Babilonia. Nabucodonosor no solamente tomó los tesoros materiales de Judá, sino también los tesoros humanos. Cualquiera que tuviera aptitudes o habilidades fue llevado cautivo hacia Babilonia. El Diablo usa artimañas similares, cuando intenta quitar del medio a aquellos que son celosos y activos, valientes para defender la verdad de Dios, y violentos para su reino. Entre estos cautivos estuvo el profeta Ezequiel, quien compiló su libro de profecías mientras estaba cautivo en Babilonia. Al dejar solo a los pobres y a los faltos de habilidad en la tierra, se podría asumir que Jerusalén ya no causaría problemas.

Como Nabucodonosor había humillado totalmente a Judá, puso un rey en el trono que consideró que se sometería a Babilonia. Escogió a un tío de Joaquín, un hermano de Joacim. Este rey (597-587 a.C.) heredó una Judá muy reducida, pues el Neguev estaba perdido y la tierra estaba debilitada por la pérdida de su personal experimentado. Había elementos pro-Egipto y falsos profetas entre los sobrevivientes. El nombre Sedequías significa “el Señor es justo”. El justo juicio de Dios pronto sería visto sobre Judá. Segunda de Crónicas 36:11-20 nos dice más sobre la maldad de Sedequías; específicamente, que no escuchó a Jeremías ni a otros mensajeros de Dios. En vez de eso, se burló y desechó el mensaje.

La maldad de Sedequías es totalmente explicada en 2 de Crónicas 36.  1. No estuvo dispuesto a escuchar la Palabra de Dios a través de Jeremías. 2. Rompió un juramento como vasallo de Babilonia hecho en nombre de Yahvé. 3.   No se arrepintió y falló al no refrenar a los líderes y sacerdotes para que no profanaran el templo con la reintroducción de prácticas idólatras. La paciencia y longanimidad de Dios, finalmente, habían llegado a su curso y Dios permitió —incluso provocó— la conquista del reino de Judá. Definitivamente, hubo muchas razones para el exilio. Una mencionada por 2 de Crónicas 36:21 es que Judá fue despoblada en el exilio “para que se cumpliese la palabra de Jehová por la boca de Jeremías, hasta que la tierra hubo gozado de reposo; porque todo el tiempo de su asolamiento reposó, hasta que los setenta años fueron cumplidos”.

Jeremías nos dice que hubo muchos falsos profetas en aquellos días que predicaron un mensaje de victoria y triunfo para Sedequías, y este les creyó a ellos en vez de a Jeremías y a otros profetas consagrados como él. Por lo tanto, se rebeló contra el rey de Babilonia. Por ejemplo, Jeremías 32: 1-5 nos dice que Jeremías claramente le dijo a Sedequías que no tendría éxito en su rebelión contra Babilonia. Sedequías arrestó a Jeremías y lo encarceló por esto, pero el profeta permaneció firme y fiel al mensaje que Dios le dio. Él no tenía verdadera fe en Jehová, el Dios que guardaba el pacto con Israel y, por lo tanto, no vaciló en romper su pacto con Nabucodonosor. ¡Pero qué caro pagó por esta violación de su juramento!

Pastor Carlos Umaña
Comunidad Cristiana Lifehouse.