Jeremías dibuja claramente un camino con señales y montañas de piedras que guiarán a Israel de regreso a la tierra y restaurarán la relación con el Dios de su pacto. Ellos volverán a la relación que alguna vez tuvieron con su primer amor con Dios. El profeta ahora se dirige a los exiliados que vuelven del reino del norte. Ellos deben de hacer amplias preparaciones para su largo viaje de regreso a casa. A la luz del gran amor y restauración de Dios, no tiene sentido para Israel el mantenerse en la posición negativa en la que se encuentran. Si esta restauración fue prometida, ellos deberían de tomarla por fe inmediatamente en lugar de esperar por un tiempo indefinido en el futuro para regresar.

La referencia en el versículo 22, donde, en esta nueva situación, una mujer protege; o en el hebreo “rodeará”, al varón, es mejor interpretada como significando la absoluta seguridad que Israel disfrutará. Los hombres podrán entregarse de lleno a su trabajo, porque el riesgo de ataque será tan pequeño que la seguridad podrá ser fácilmente entregada al “sexo débil”. Era probable que los judíos fueran representados en las condiciones actuales con la similitud de una débil e indefensa mujer; y los caldeos bajo la de un fiero hombre, quien ha prevalecido y dominado a la mujer. Pero, sin considerar la disparidad entre ellos, Dios causará que la mujer; o sea los débiles e indefensos judíos, puedan superar, al fuerte hombre; los poderosos babilonios. Y sobre esto el profeta dice será algo nuevo en la tierra; pero en tal caso los débiles tomarán la presa.

El Señor habla de un día venidero cuando estas bendiciones sean dichas por el pueblo judío mientras vuelven a Sion y vienen a Jerusalén como peregrinos. Esta bendición indica que el gobierno de Israel es transformado y justamente gobernado por el Mesías quien hace a Jerusalén una morada de justicia y un monte santo. Cuando el reino del sur y sus ciudades sean restauradas, los viejos saludos de aquellos que visitan a Jerusalén serán escuchados una vez más. En ese día los judíos no solo serán bendecidos espiritualmente, sino también materialmente. Ellos serán restaurados tanto en la ciudad como en el campo. Dios promete abundancia y satisfacción para los cansados, y las almas entristecidas. El alma llena de tristeza será llenada con esperanza y paz.

Aparentemente mucho de la anterior profecía vino a Jeremías mientras dormía pacientemente, tal vez en un sueño. Dios promete bendecir y restaurar al pueblo judío, multiplicando tanto a sus hijos como a su ganado. Anteriormente en Jeremías, Dios les dio a los profetas la comisión arrancar y derribar, de destruir y trastornar, de construir y plantar (Jeremías 1:10). Mucho del libro de Jeremías en este punto ha sido un trabajo de arrancar y derribar; aun así, Dios promete que también edifique y plante. Jeremías cita lo que aparentemente era un dicho común en sus días que promovía la idea de que Dios estaba castigando a Judá por los pecados de sus antepasados, y que ellos mismos eran relativamente inocentes. Dios claramente negaba esto, mostrando que el castigaría a los individuos por sus propios pecados como lo expresó en Ezequiel 18:1-3.

El proverbio citado aquí también aparece en Ezequiel 18:2. Parece ser que el sentimiento era generalizado en la nación de que ellos estaban siendo castigados por los pecados de sus padres y que Jehová estaba siendo injusto. Ningún hijo debería de sufrir un castigo divino por los pecados de sus padres; solamente mientras este actué de la misma manera es que se puede decir que él carga con los pecados de su padre. Dios es celoso y siempre obra a favor de la restauración de Sus hijos.

Pastor Carlos Umaña Comunidad Cristiana Lifehouse.