De nuevo Pablo comienza nuestra sección de hoy con dos preguntas y una respuesta categórica: ¿Qué, pues, diremos? ¿Que hay injusticia en Dios? En ninguna manera. Pablo contesta esta pregunta enérgicamente: En ninguna manera, Dios claramente explica Su derecho a dar misericordia a quien quiera en Éxodo 33:19 dijo: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia: Recuerda lo que es la misericordia. La misericordia es no obtener lo que merecemos. Dios nunca es menos que justo con nadie, pero reserva el derecho de ser más que justo con los individuos que Él elige. Estamos en un lugar peligroso cuando consideramos la misericordia de Dios hacia nosotros como nuestro derecho. Si Dios está obligado a mostrar misericordia, entonces no es misericordia, es obligación. Nadie es injusto por no dar misericordia.

En el verso 16 refuerza aún más el tema de la misericordia de Dios. La misericordia de Dios no nos es dada debido a lo que deseamos hacer o como dice Pablo: del que quiere, o por lo que realmente hacemos: del que corre, pero simplemente de Su deseo de mostrar misericordia. Pablo pone como ejemplo a Faraón. Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra. De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece. Dios permitió a Faraón en los días de Moisés elevarse con poder para que Dios pudiera mostrar la fuerza de Su juicio contra él, y así glorificarse a Sí mismo.

Algunas veces Dios se glorificará a Sí mismo al mostrar misericordia o a través del endurecimiento de un hombre. No debemos pensar que Dios persuadió a un Faraón reacio y bondadoso a ser duro hacia Dios e Israel. Al endurecer el corazón de Faraón, Dios simplemente permitió que el corazón de Faraón siguiera su inclinación natural. Sabemos que Faraón endureció su propio corazón, de acuerdo a la lectura de Éxodo, pero Él no se molesta en indicar que Faraón endureció su propio corazón, una evidencia de incredulidad y rebelión, porque está enfatizando la libertad de la acción de Dios en todos los casos.

En el verso 19 vuelve a las preguntas: Pablo se imagina a alguien que pregunta: Si todo es cuestión de elección de Dios, ¿cómo puede Dios encontrar culpa en mi? ¿Cómo puede alguien ir en contra de lo que Dios elige? Pablo responde, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? El apóstol muestra lo irreverente que es esa pregunta. Si Dios dice que Él elige, y si Dios también dice que somos responsables ante Él, ¿quiénes somos nosotros para cuestionarle? ¿No tiene Dios el mismo derecho que cualquier Creador tiene sobre su creación? Por lo tanto, si Dios declara que tenemos una responsabilidad eterna ante Él, entonces así es.

Nuevamente, se repite el mismo principio del trato de Dios con el Faraón. Si Dios escoge glorificarse a Sí mismo al dejar que la gente siga su propio camino y dejarles recibir justamente Su ira para hacer notorio su poder, ¿quién puede oponerse a Él? Para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia: También, si Dios desea ser más que justo con otros, mostrándoles Su misericordia, ¿quién puede oponerse a Él? Y si Dios quiere mostrar misericordia tanto a los gentiles como a los judíos (por supuesto, nunca siendo menos que justo con ninguno de los dos), ¿quién puede oponerse a Él? Los judíos tenían la inclinación de pensar que Dios no podía hacerles de otra manera sino vasos de honor.

Pablo rechaza este punto de vista y señala que Dios hace lo que Él quiere. Pablo no dice que Dios los preparó para destrucción. Esos vasos hacen un trabajo adecuado por su cuenta. La elección de Dios es siempre buena y no hay injusticia en Él. Dios llamó tanto a judíos como a gentiles para utilizarlos como vasos de misericordia. En esto se ve la gran misericordia y absoluta gloria de Dios hacia los hombres.

Pastor Carlos Umaña Comunidad Cristiana Lifehouse.