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En el capitulo anterior Pablo nos dejó en la cima de la gloria, asegurándonos que nada nos puede separar del amor de Dios en Cristo Jesús. ¿Entonces por qué Pablo se ha vuelto tan sombrío en su tono? Pablo siente esto porque considera a un pueblo que parece estar separado del amor de Dios, es el Israel incrédulo, el cual rechazó al Mesías de Dios. Pablo utiliza toda afirmación posible para declarar su gran tristeza por Israel.

La declaración del verso 3 es una declaración dramática del gran amor y tristeza de Pablo por sus hermanos. Pablo dice que él mismo está dispuesto a ser separado de Jesús si eso de alguna manera pudiera lograr la salvación de Israel. No debemos pensar que el apóstol simplemente usa una metáfora dramática aquí. Esta gran pasión por las almas le dio perspectiva a Pablo. Las cosas menores no le molestaban porque estaba preocupado por algo más grande: las almas de los hombres. Spurgeon dijo: “Obtén amor por las almas de los hombres, entonces no estarás quejándote por un perro muerto, un gato enfermo, o sobre los problemas de una familia, y de las pequeñas perturbaciones que Juan y María pueden hacer por pláticas sin sentido. Serás liberado de las mezquinas preocupaciones (no necesito describirlas más a fondo) si estas preocupado por las almas de los hombres. Llena tu alma de gran dolor, y tus pequeños dolores serán echados fuera”.

Por supuesto Pablo también mostró el corazón de Jesús, quien fue hecho por nosotros maldición para que pudiéramos ser redimidos. Debemos recordar que, cuando se trataba de ministerio, los judíos fueron los peores enemigos de Pablo. Lo acosaron y lo persiguieron de pueblo en pueblo, provocando mentiras y violencia en su contra. Pero aún así él los amaba apasionadamente. El dolor que Pablo siente por sus hermanos perdidos es aún más severo cuando él considera cómo Dios les ha bendecido con todos los privilegios de ser Su propio pueblo especial. Pablo también considera el legado humano de ser el pueblo escogido de Dios. Israel no solo nos dio los grandes patriarcas del Antiguo Testamento, pero Jesús mismo vino de Israel. Todo este legado espiritual hace que la incredulidad de Israel sea aún más problemática.

Pablo declara que Jesús es Dios. Esta es una declaración clara de la deidad de Cristo el cual sigue la observación de Su humanidad. Esta es la manera natural y obvia de puntualizar la oración. Pablo reflexiona por qué Israel está en su condición actual desde la perspectiva de Dios: Israel falló en ver al Mesías porque era de acuerdo con el plan soberano de Dios. ¿Ha fallado Dios con Su plan en cuanto a Israel? No; Dios no ha fallado a Sus hijos de la promesa. Un significado del nombre de Israel es “gobernado por Dios”. Pablo aquí dice que no todo Israel es verdaderamente “gobernado por Dios”. ¿Falló la palabra de Dios? No; lo que dice es que no todos los que descienden de Israel son gobernados por Dios. Pablo nos dice que nadie es verdaderamente Israel a menos que sea gobernado por Dios. Tenemos una situación paralela con la palabra “cristiano”. No todos que son llamados cristianos son verdaderamente seguidores de Cristo.

Él demuestra que el ser solamente un descendiente de Abraham no salva a nadie. Por ejemplo, Ismael era tanto el hijo de Abraham como lo era Isaac; pero Ismael era un hijo según la carne, e Isaac era un hijo según la promesa. Uno era heredero del pacto de salvación de Dios, y el otro no lo era. Isaac representa los hijos según la promesa e Ismael representa los hijos según la carne. Otro ejemplo del hecho de que la promesa es más importante que la relación natural es: Jacob y Esaú. La elección de Dios entre Ismael e Isaac nos parece algo lógica. Es mucho más difícil entender por qué Dios eligió a Jacob para ser el heredero del pacto de salvación de Dios en lugar de Esaú. Puede que no lo comprendamos tan fácilmente, pero la elección de Dios es igual de válida. Pablo señala que la elección de Dios no se basó en lo que hicieron Jacob o Esaú. La elección fue hecha antes de que ellos nacieran. Para que no pensemos que Dios eligió a Jacob sobre Esaú porque sabía de sus obras de antemano.

Pablo señala que no por las obras. En cambio, la razón para elegir se encontró en Aquel que llama. Dios anunció estas intenciones a Rebeca antes de que los niños nacieran, y repitió Su veredicto mucho después de que Jacob y Esaú habían pasado de este mundo. A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí. Debemos considerar el amor y el odio del cual Pablo habla aquí con respecto a Su propósito de elegir a uno para que se convirtiera en el heredero del pacto de Abraham. Nuestro mayor error al considerar las elecciones de Dios es pensar que Dios elige por razones arbitrarias, como si eligiera de una manera “de tin marín de don pingüe”. Quizás no haya manera de comprender las razones que Dios tiene para elegir, y son razones que Él solo conoce, pero las elecciones de Dios no son caprichosas. Él tiene un plan y una razón. La salvación no se gana por obras ni méritos, sino que resulta de la elección soberana de Dios.

Pastor Carlos Umaña
Comunidad Cristiana Lifehouse.

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