El pueblo de Capernaum estaba justo en la costa del mar de Galilea. Jesús, como muchos galileos, estaba familiarizado con barcas y la vida cerca de este lago bastante grande. El mar de Galilea es bien conocido por sus tormentas repentinas y violentas. La severidad de esta tormenta fue evidente por el hecho de que los discípulos (muchos de los cuales eran pescadores experimentados en este lago) estaban aterrorizados, gritando “¡Señor, sálvanos, que perecemos!” Aunque los discípulos estaban desesperados, Jesús dormía. Debió parecerles extraño que Él pudiera dormir en medio de tal tempestad. Estamos impresionados por el hecho de que Él necesitaba dormir, mostrando Su verdadera humanidad. Él se cansaba y en ocasiones necesitaba dormir donde pudiera, incluso en lugares improbables. Era el sueño de alguien gastado por una vida intensa, involucrando estrés constante en el cuerpo y mente, pero con una paz profunda en Su corazón.
¿Por qué temen, hombres de poca fe? Jesús reprendió su temor e incredulidad, no su petición o el despertarlo. No debemos pensar que Jesús estaba de mal humor por ser despertado. Él estaba molesto por el miedo que tenían, porque el miedo y la incredulidad van de la mano. Cuando confiamos en Dios como debemos confiar en Él, queda poco espacio para el miedo. En realidad, tenían muchas razones para tener fe, incluso gran fe. Ellos acababan de ver a Jesús hacer milagros significativos, mostrando gran poder y autoridad, habían visto un ejemplo de gran fe con el centurión quien confió en Jesús para sanar a su criado, tenían a Jesús en la barca. Y vieron a Jesús dormir; Su paz debería haberles dado paz.
Jesús no solamente calmó los vientos y el mar; Él reprendió a los vientos y al mar. Esto, junto con el gran temor de los discípulos y lo que Jesús encontraría en Su destino, lleva a algunos a creer que hubo algún tipo de ataque espiritual en la tormenta. Los discípulos estaban maravillados. Tal demostración poderosa sobre la creación los llevó a preguntar: “¿Qué hombre es éste?” Solo podía ser el SEÑOR, Jehová, el único que tiene este poder y autoridad: Oh Jehová, Dios de los ejércitos, ¿Quién como tú? Poderoso eres, Jehová, y tu fidelidad te rodea. Tú tienes dominio sobre la braveza del mar; Cuando se levantan sus ondas, tú las sosiegas. Dijo el salmista en el salmo 89.
Cuando llegaron a Gadara vinieron a su encuentro dos endemoniados: Los otros evangelios mencionan solo a uno de estos hombres. Esto debe ser porque había uno que estaba en un estado más severo de posesión demoníaca, teniendo muchos demonios. Estos dos desafortunados era impuros por causa de su contacto con los muertos, y se mostraron feroces, con actitud incontrolable. Los demonios llevaron a estos hombres a vivir entre los sepulcros. Los cementerios y los muertos eran terriblemente impuros y ofensivos para el pueblo judío. Eso alentaba la superstición en otros, temiendo que los hombres estaban en realidad poseídos por los espíritus de los muertos en el cementerio. Los demonios atormentando a estos pobres hombres querían ser dejados solos. Ellos no querían que Jesús interfiriera con su trabajo terrible. Este es el viejo grito: ¡Qué te importa! ¡No interfieras con nuestros negocios! ¡Déjenos solos, y váyanse a otra parte! A los demonios nunca les gusta que los interfieran. Pero si los demonios no tienen nada que ver con Jesús, Él tiene algo que ver con ellos. Los demonios sabían quién era Jesús, incluso si los discípulos no lo sabían. Estos demonios también sabían tanto de su destino inmediato (ser expulsados) como de su destino final (sufrir un tormento eterno). Ellos querían la libertad de hacer tanto daño como pudieran antes de tiempo, su destino de tormento. Ellos también entendieron que tenían un tiempo limitado y, por lo tanto, trabajaron tan duro como pudieron hasta que ya no pudieron trabajar. Esta es una de las pocas cosas admirables que podemos decir del diablo y sus demonios.
Tanto judíos como gentiles poblaron la región de Galilea, así que este pudo haber sido un hato de cerdos propiedad de gentiles. Pero la mayoría de los comentaristas creen que, ya que los cerdos eran impuros para los judíos, no deberían haber estado allí, incluso si un hombre gentil era el dueño. Los demonios querían entrar a los cerdos porque estos espíritus malignos están empeñados en la destrucción y odian estar inactivos. El diablo está tan aficionado a hacer travesuras, que prefiere jugar en un juego pequeño que pararse fuera. Aunque también notamos que los demonios no pueden ni afligir a cerdos sin el permiso de Dios. Y si una legión de demonios no tuvo poder sobre un hato de cerdos, mucho menos lo tendrán sobre el rebaño de ovejas de Cristo, dice Tertuliano. No hay nada realmente comparable a esto en la Biblia, echar demonios de un humano a animales. Sin embargo, Jesús tenía una buena razón para permitir esto. El hecho de que los demonios condujeron inmediatamente a los cerdos a la destrucción ayuda a explicar por qué Jesús permitió que los demonios entraran en los cerdos, porque quería que todos supieran la verdadera intención de estos demonios. Ellos querían destruir a los hombres tal como destruyeron a los cerdos. Debido a que los hombres son hechos a la imagen de Dios, no podían hacerlo tan fácilmente con los hombres, pero su intención era la misma: matar y destruir. Algunos protestan que esto fue injusto para el dueño de los cerdos. Porque los propietarios de los cerdos perdieron su propiedad. Sí, y aprendemos de esto, cuán pequeño es el valor de las riquezas temporales en la estimación de Dios.
Como Jesús conocía la naturaleza humana, sabía qué esperar de esta multitud que venía de la ciudad. Sin embargo, sus discípulos probablemente pensaron que estas personas estarían contentas de que Jesús haya liberado a estos anteriormente endemoniados. La obra de Jesús había unificado a toda la ciudad, y todos habían salido para reunirse y hablar con Jesús; pero no era de una buena manera. Aquí estaba toda la ciudad en una reunión de oración, orando en contra de su propia bendición. Horrible fue su oración; pero fue oída, y Jesús salió de sus costas.
Creeríamos que la gente de la región estaría feliz de que estos dos endemoniados habían sido liberados. Quizás estaban más interesados en sus cerdos que en las personas. Ciertamente, el poder liberador de Jesús no ponía cómodos a todos. Esto puede explicar otra razón por la cual los demonios querían entrar en los cerdos. La idea es que los demonios querían despertar el odio y el rechazo de Jesús, así que llevaron a los cerdos a la destrucción con la esperanza de que se culpara a Jesús, y que Él no fuera bienvenido en aquel lugar.
Pastor Carlos Umaña Comunidad Cristiana Lifehouse.