Los registros de Mateo, Marcos y Lucas se enfocan en el ministerio galileo de Jesús, y solo enfatizan su presencia en Jerusalén antes de su crucifixión y resurrección. Sin embargo, sería un error creer que este viaje de Galilea a las regiones de Judea era inusual para Jesús. El Evangelio de Juan nos cuenta acerca de muchas visitas previas que Él hizo a Judea y Jerusalén. Mateo menciona que lo siguieron grandes multitudes, y los sanó allí; y esto es para que sus lectores entiendan que la popularidad y el poder de Jesús no estaba restringido a Galilea. También fue evidente en Judea. Estando allí vinieron a él los fariseos, esperaban tenderle una trampa a Jesús. El divorcio era un tema controversial en los tiempos de Jesús, con dos escuelas principales de pensamiento. La primera era la escuela del rabino Shamai (un punto de vista más estricto y menos famoso) y la segunda era la escuela del rabino Hillel (un punto de vista más flojo y popular). Entre los judíos de ese tiempo, el matrimonio era un deber sagrado. Si un hombre no se había casado a la edad de 20 –a excepción de concentrarse en su estudio de la ley– era culpable de romper el mandato de Dios de “fructificad y multiplicad”. Según Barclay, decían que al no tener hijos ellos mataban a sus propios descendientes, y habían disminuido la gloria de Dios en la tierra.
Bajo el pensamiento de Hillel, un hombre podría divorciarse de su esposa si ella echaba a perder su cena, si ella se giraba, si salía con el cabello suelto, si hablaba con hombres en la calle, si hablaba de los padres de él de una manera irrespetuosa en su presencia, o si era una mujer peleadora cuya voz se podía escuchar en la casa de al lado. El rabino Akiba incluso llegó a decir… que un hombre podría divorciar a su esposa si encontraba a otra mujer que le gustaba más y que consideraba más bella. Cada escuela de pensamiento entendía que la Ley Mosaica daba permiso para el divorcio en Deuteronomio 24:1: Si un hombre se casa con una mujer, pero luego deja de quererla por haber encontrado en ella algo indecoroso, solo podrá despedirla si le entrega un certificado de divorcio. Cada lado sabía y creía en Deuteronomio 24:1; la pregunta era: “¿Qué constituye indecoroso?”
La escuela del rabino Shamai entendía que cosa indecorosa significaba inmoralidad sexual, y decía que esta era la única razón válida para el divorcio. La escuela del rabino Hillel entendía que cosa indecorosa significaba cualquier tipo de indiscreción; incluso hasta el punto de que, para algunos rabinos, quemar el desayuno de un esposo se consideraba motivo válido para el divorcio. Los rabinos tenían muchos dichos acerca del matrimonio malo y de la esposa mala. Decían que el hombre con una mala esposa no enfrentaría el infierno, porque ya había pagado por sus pecados en la tierra. Decían que el hombre que fuera gobernado por su esposa tenía una vida que no era vida. Decían que una mala esposa era como lepra a su esposo, y que la única manera en que podría ser curado era por medio del divorcio. Incluso decían: Si un hombre tiene una mala esposa, es un deber religioso divorciarse de ella. Así en su pregunta, los fariseos intentaron que Jesús escogiera lado. Si Él estaba de acuerdo con la escuela floja del rabí Hillel, era claro que Jesús no tomaba la Ley Mosaica en serio. Si Él estaba de acuerdo con la escuela estricta del rabí Shamai, entonces Jesús podría perder su popularidad con la multitud, a quienes generalmente le gustaba un acceso fácil al divorcio. Los líderes religiosos tenían razones para creer que habían atrapado a Jesús en un dilema.
Los fariseos querían hablar del divorcio y de las opiniones rabínicas, pero Jesús quería regresarse a las Escrituras y hablar acerca del matrimonio. Jesús comenzó con el primero matrimonio: el matrimonio entre Adán y Eva. Este énfasis en las Escrituras y en el matrimonio, en lugar del divorcio, es un enfoque sabio para cualquier persona interesada en mantener un matrimonio unido. Al responder la pregunta, no de parte de Shamai o Hillel, sino de parte de Moisés, nuestro bendito Señor derrotó la malicia de ellos y confundió su estratagema. Si el matrimonio está fundado en la creación, en la manera en que Dios nos hizo, entonces no se puede reducir a una mera relación de pacto que se rompe cuando las promesas del pacto son quebradas. Los fariseos pensaban equivocadamente que Dios exigía el divorcio donde había inmundicia. Un dicho rabínico de ese tiempo decía así: “Si un hombre tiene una mala esposa, es un deber religioso el divorciarse de ella”. Pero Jesús notó la diferencia entre “mandó” y “permitió”. Dios nunca ordena el divorcio, pero sí lo permite y Dios lo permite por la dureza del corazón humano. Jesús interpretó el significado de la palara indecorosa en la Ley Mosaica, demostrando que se refiere a la inmoralidad sexual, no a cualquier cosa que pueda desagradar al esposo. Por lo tanto, el divorcio –y la libertad de volverse a casar sin pecado– solamente está permitido en el caso de fornicación. La palabra antigua griega para fornicación es porneia. Es una palabra amplia, cubriendo un amplio rango de irregularidades sexuales. Uno puede ser culpable de porneia sin haber realizado un acto de adulterio. Porneia cubre todo el rango de tales pecados; y no debe restringirse a menos que el contexto lo requiera.
La razón por la cual una persona que no ha tenido un divorcio legítimo adultera cuando se vuelve a casar es porque no está divorciado a los ojos de Dios. Ya que su matrimonio previo nunca fue disuelto por causas bíblicas, ese matrimonio sigue siendo válido y la persona es culpable de bigamia y adulterio. Él no está de acuerdo ni con Shamai ni con Hillel; porque a pesar de que la escuela de Shamai era más estricta que la de Hillel, permitía volverse a casar cuando el divorcio no estaba de acuerdo con sus propias reglas de conducta. Esta enseñanza de Jesús nos demuestra que el matrimonio, como una promesa hecha a Dios, a nuestro cónyuge y al mundo, es una promesa vinculante y no puede ser quebrada a nuestra propia discreción. Si Dios no reconoce que la promesa se ha roto, entonces no lo está. Los discípulos entendieron claramente la enseñanza de Jesús. Ellos entendieron que no era un compromiso al que se entraba rápida o ligeramente, y consideraron que, como el matrimonio es tan vinculante ante Dios, tal vez no conviene casarse. Jesús reconoció que el celibato es bueno para algunos, para aquel que se le es dado; como a Jesús mismo y al apóstol Pablo. Si hay alguien que pueda recibir este dicho, que sin matrimonio pueda frenar su lujuria, y así vivir en un estado soltero y solitario para no pecar contra Dios por cualquier extravagancia de lujurias, deseos y afectos impuros, y lo desea y lo hará, para que sea más espiritual, y sirva a Dios con menos distracción, y sea un instrumento más adecuado para promover el reino de Dios en el mundo, que lo haga. Pero esta no es la felicidad de todo hombre; y donde la es, el orgullo de la virginidad no es menos pecado que la impureza, dijo San Agustín. Pues hay eunucos que nacieron así: El termino eunuco era usado figurativamente para aquellos que voluntariamente se abstenían del matrimonio. Jesús aquí dio tres tipos de eunucos. · Aquellos que así nacieron, sin la capacidad para el sexo o el matrimonio. · Aquellos que son hechos eunucos por otros sin la capacidad para el sexo o el matrimonio. · Aquellos que se hicieron eunucos para vivir sin sexo ni matrimonio por causa del reino de los cielos. Por lo tanto, estos eunucos por causa del reino de los cielos deben estar en paz con su celibato tanto física como espiritualmente; no debe ser un tormento constante para ellos en ninguno de los aspectos.
Pastor Carlos Umaña Comunidad Cristiana Lifehouse.