Las tribus de Israel se prepararon para una pequeña guerra civil en contra de la tribu de Benjamín. Israel estaba en lo correcto en creer que el bien máximo no es la unidad. La unidad, apartada de la justicia y la verdad, es una unidad que no vale la pena tener. En la primera batalla, Israel buscó al Señor – y aún así fueron derrotados. Podemos especular que, aunque buscaron a Dios, aún así confiaron en la fuerza de su ejército y en la bondad de su causa, pero no en el Señor.

Saliendo entonces de Gabaa los hijos de Benjamín, derribaron por tierra aquel día veintidós mil hombres de los hijos de Israel: Esta fue una derrota severa y asombrosa en la primera batalla de esta pequeña guerra civil. Después de este primer día de batalla, parecía que la tribu de Benjamín se podría resistir exitosamente en contra de las demás tribus de Israel. Quizás había algo mal en la manera en la cual Israel buscó al Señor antes de esta batalla; o, también es probable que esto simplemente formaba parte del plan de Dios para disciplinar y corregir a Su nación desobediente.

El Presidente Norte Americano, Abraham Lincoln, en su segundo discurso inaugural, habló de este mismo tema, en relación a la Guerra Civil Americana: “Afectuosamente esperamos, apasionadamente oramos, que este poderoso azote de la guerra pase de largo apresuradamente. Pero, si es la voluntad de Dios que continúe hasta que toda la riqueza amontonada por los esclavos durante los doscientos cincuenta años de trabajo sin descanso se hunda, y hasta que cada gota extraída por el látigo deba ser extraída por la espada, de la manera que dijimos hace trescientos años, y aún se debe de decir “el juicio del Señor en conjunto es justo y verdadero.” (1865)

Quizás algo de la misma dinámica estaba en función con Israel en ese tiempo – Dios corrigiendo a una nación desobediente a través de la pérdida trágica de 22,000 soldados de Israel. Mas reanimándose el pueblo, los varones de Israel volvieron a ordenar la batalla: Esta fue una reacción maravillosa en medio de un evento tan oscuro. Estos soldados no perdieron la esperanza; como David en 1 Samuel 30:6, ellos se fortalecieron a si mismos en el Señor y siguieron adelante. Para crédito de ellos, los hijos de Israel no se detuvieron en buscar al Señor después de este primer desastre en la batalla. Ellos se humillaron apropiadamente delante de Dios y le buscaron en cuanto a la siguiente batalla. Esta no sería una guerra fácil o rápida. Después de un primer día de fuertes pérdidas, los hijos de Israel estaban dispuestos a seguir luchando. La pérdida en el segundo día de la batalla también fue severa. Esto muestra que, aunque las tribus de Israel buscaron al Señor y pelearon por una causa justa, aún era una lucha difícil. Hubo un gran costo que ellos debían pagar para hacer lo que era correcto. Vinieron a la casa de Dios; y lloraron, y se sentaron allí en presencia de Jehová, y ayunaron aquel día hasta la noche: Dios permitió los dos días de la derrota para el propósito de humillar a Israel. Ellos necesitaban ser humillados, y esos días de derrota le obligaron a humillarse a si mismos. Dios utilizó esto para humillar a la nación entera. Ellos debían de entender que el horror del crimen en Gabaa no solamente era el resultado del pecado de un grupo de hombres, de una ciudad, o de una tribu. Toda la nación debía de humillarse primero, aunque el problema del pecado estuviera solamente en Benjamín. Israel debía ver que la nación, como un todo, tenía un problema de pecado. Después del primer fracaso, Israel se lamentó y lloró. Pero fue únicamente después de la segunda derrota que ellos pusieron en acción su arrepentimiento al ayunar y al hacer sacrificios por los pecados. Lamentos y llantos no son suficientes si no están embonados por un verdadero arrepentimiento, y el hacerse cargo del problema del pecado a través del sacrificio – el sacrificio de la cruz.

Parte de la demostración de su humildad estuvo en el ayuno. En 1827, Adam Clarke escribió sobre el ayuno: “En el presente se utiliza poco; es una evidencia fuerte de que la abnegación esta pasando de moda.” Clarke pensaba que esto era cierto en sus días; él probablemente pensaría que es más cierto en los tiempos modernos.

La mención de Finees como sumo sacerdote significa que esto era casi en los primeros días de los Jueces (Números 25:7, 25:11). Subid, porque mañana yo os los entregaré: Dios no quería que los dos días de humillación hiciera pensar a los Israelitas que nunca podrían ganar. Ellos fueron animados a salir mañana y confiar en la promesa de Dios.

Pastor Carlos Umaña Comunidad Cristiana Lifehouse.