Elifaz era de Temán, una ciudad edomita que era conocida como un centro de sabiduría (Jeremías 49:7). Con este diplomático comienzo, Elifaz inicia su discurso. Podríamos decir que se ganó su derecho a hablarle a Job porque, en una muestra notable de amistad, se sentó sin hablar con Job durante toda una semana para mostrar su simpatía y hermandad con el afligido hombre. Elifaz se siente obligado a hablar; su amor y preocupación por Job lo motivaban fuertemente a ayudar a su sufriente amigo. Sin embargo, veremos después que el consejo de Elifaz y el resto de los consejeros de Job era equivocado. Elifaz comenzó a confrontar a Job con lo que él consideró era su problema. Esto le requirió de gran valor a Elifaz; él fue el primero en hablar, y le habló a un hombre con una reputación envidiable de piedad, y uno que sufría de terrible calamidad. Sin embargo, él señaló esta aparente contradicción en el lamento de Job registrado en el capítulo anterior: Que este hombre que ha enseñado y consolado a tantos en su momento de necesidad ahora parece desesperar en su propio tiempo de necesidad. Aquí ya hay una insinuación de que Job es incapaz de aplicar a sí mismo lo que él predicaba a otros. Esto es irritante. Pero ahora Elifaz, quien hasta ese momento solo había elogiado a Job, ahora lo arruinaba todo, y pinta una línea negra sobre lo que había dicho. El elogiar a un hombre con un, “pero” es una herida en vez de un elogio, es rociar blanco sobre negro, y así manchó el nombre de un buen hombre, lo cual es calumnia en un alto grado. ¿No es tu temor a Dios tu confianza? Esto lleva la idea de “Job, ¿acaso no muestra tu desesperación que has perdido tu confianza en tu temor a Dios y perdido esperanza en la integridad de tus caminos?” Esto da comienzo a una sección donde Elifaz (y otros) intentarán hacer que Job vea que sus problemas han venido sobre él por algún pecado de su parte, y que debería confesar y arrepentirse de su pecado a fin de ser restaurado. Elifaz comenzó tomando como referencia la queja de Job registrada en Job 3. Él razonaba que Job no se quejaría de esta manera a menos de que fuera culpable de alguna forma; que su conciencia culpable era la raíz de su sufrimiento. Como se confirmará más adelante, esto era una asunción falsa. La queja de Job era simplemente el llanto de una vida en dolor y no porque Job consciente o inconscientemente entendiera que merecía esta calamidad debido a su pecado.
¿Qué inocente se ha perdido? Aquí Elifaz llegó al corazón de su argumento. Osadamente dijo que Job era culpable de algún pecado porque los inocentes no sufren como él lo ha hecho, y los rectos no son destruidos como él ha sido. En este contexto, destruido significa ser abandonado por Dios y la bondad. Más adelante, en Israel, a menudo llevará el significado de ser ejecutado. Elifaz habló convincentemente desde su propia experiencia (Como yo he visto). Job estaba cegando injuria, así que debió haber arado pecado (iniquidad) y sembrado semillas de injuria. El consejo de Elifaz está lleno de sentido común y está enraizado en sus propias observaciones y experiencias. Incluso tal vez podríamos decir que la mayor parte del tiempo es verdad y comúnmente puede ser considerado como verdad. Sin embargo, también sabemos que en el caso de Job estaba equivocado y el consejo estaba equivocado (recordando la evaluación de Dios sobre Elifaz y los consejeros de Job en Job 42:7). Job y sus amigos han construido toda su vida en la creencia que Dios ayuda a los buenos y estorba a los malos; que de hecho Dios puede ser visto como moralmente bueno en los asuntos del hombre. Los amigos deben inferir del sufrimiento de Job que él ha pecado; Job debe inferir por su inocencia que Dios es injusto. Perecen por el aliento de Dios: Elifaz aquí claramente insinuaba que el sufrimiento de Job vino como juicio de Dios en su contra; que el soplo de su ira quemaba en contra de Job. La idea es que el simple soplo de su ira es suficiente para destruir a los enemigos de Dios. “Él no se pone en demasiado sufrimiento para castigarlos; sino que los manda lejos como a muchos montones de polvo.” Elifaz ilustró la imagen de cuán fuerte es la ira de Dios, que es lo suficientemente fuerte para humillar e incluso derrotar a fuertes leoncillos. La idea es que la ira de Dios también ha caído sobre Job.
Pastor Carlos Umaña Comunidad Cristiana Lifehouse.