Al cierre del discurso de Elifaz, Job seguía sintiéndose desesperado. La sabiduría y consejo de Elifaz y los otros no le eran de alivio y solo empeoraban su agonía mental y espiritual. Job se sentía separado de Dios. Seguramente, esta no era la primera crisis en su vida (aunque claro que estaba mucho más allá de cualquier sufrimiento anterior). Había encontrado consuelo y comodidad en tiempos previos, pero en esta catástrofe sentía que no podía hallar a Dios. De una manera casi infinitamente menor, pero aun así real, Job experimentó lo que Jesús experimentó en la cruz: Un hombre que anteriormente había estado en comunión con Dios y tenía su favor ahora se sentía totalmente abandonado. Esta era la mayor fuente de tormento en la vida de Job.

En su máxima necesidad Job clamó al Señor. El anhelante deseo de un afligido hijo de Dios es ver el rostro de su Padre una vez más. Job no solo quería sentir la presencia de Dios por su consuelo espiritual, también lo quería para poder ser vindicado en la corte de Dios, especialmente ante la cara de las acusaciones de sus amigos. Tan impaciente está Job de que comience el proceso, que se atreve a culpar al Señor en la corte. En efecto, ¡quiere demandar a Dios por difamación de carácter! Aquí la valerosa honestidad de Job es vista en su mejor momento. Su consumidor deseo es encontrarse con Dios cara a cara, no por una pena forzada, como recomienda Elifaz, sino en un juicio justo.

La conciencia de Job le aseguraba que encontraría misericordia y favor en el trono de Dios. Sus amigos insistían que Dios estaba contra él en sus sufrimientos, pero Job neciamente se aferraba a su inocencia. Él tiene confianza en el Señor de que, si pudiera tener una audiencia con él, Dios no usaría su poder en su contra; sino, por el contrario, lo fortalecería para que pudiera presentar su caso. Job insistía en que había buscado a Dios en medio de su crisis. Buscó en toda dirección que pudo. Un viejo escritor puritano pintorescamente observó, al comentar esto: “Job, tú has ido al norte y al sur, has volteado a la izquierda y has volteado a la derecha ¿Por qué no intentas voltear hacia arriba?” No importaba que tan sincera y diligentemente buscara Job, no podía encontrar a Dios. Dios permanecía escondido a través de una barrera que era imposible atravesar.

De repente, en medio de estas amargas quejas, allí ardieron las más notables evidencias de la tenacidad de su fe. Él declaró con convicción que Dios conocía el camino que estaba tomando. Incluso afirmó su confianza en que era Dios quien lo estaba probando, y que en breve saldría del proceso como oro. Parece muy difícil de creer que un hijo de Dios deba ser probado por la pérdida de la presencia de su Padre, y aun así deba salir ileso de la prueba. Sin embargo, el oro nunca es dañado por el fuego. Spurgeon decía: Alimente el horno tanto como desee, deje que la ráfaga sea tan fuerte como lo desee, puede empujar el lingote al mismo centro de calor, deje que se quede en el mismo corazón de la flama; agregue más combustible, deje que otra ráfaga atormente los carbones hasta que se vuelvan de lo más vehementes con el calor, sin embargo, el oro no pierde nada, podría incluso estar ganando. Esta imagen, tomada de la metalurgia, no implica necesariamente purificación. Podría significar simplemente que la prueba demuestra que Job había sido oro puro todo el tiempo.

Mis pies han seguido sus pisadas: Esta era una dramática defensa de su integridad delante de sus acusadores amigos. Job declaró que aún seguía a Dios y amaba su palabra. Job discutía consigo mismo contra su anterior gran declaración de fe. Él entendía que, aunque confiaba profunda y sinceramente en Dios, al mismo tiempo no podía hacer que Dios hiciera nada. El versículo 13 es una afirmación monoteísta. Job dijo: Él (Dios) es el único. La expresión hebrea es rara en el Antiguo Testamento, pero idiomática. Job tenía que admitir que Dios haría lo que le plazca en su vida y sería rehén de sus demandas. Él entendía que las razones y la sabiduría de la obra de Dios están finalmente en él y no son conocidas para Job u otros (como los amigos de Job). Job aquí parece acercarse más y más al lugar donde Dios quería que estuviera en su crisis. Se acerca más y más a darse cuenta de que Dios puede ser confiado, que Dios ciertamente lo ama y se preocupa por él; pero al mismo tiempo es soberano y por lo menos algunos de sus caminos están más allá de nuestro entendimiento.

Las aseveraciones de fe más fuertes de Job siempre parecen estar conectadas con aseveraciones igualmente fuertes de miedo y dolor. En este capítulo su confianza en su propia rectitud es más inexpugnable que nunca, sin embargo, al mismo tiempo, una gruesa oscuridad cubre su rostro y está lleno de temor. De alguna manera la fe de Job es lo suficientemente elástica como para abrazar simultáneamente tanto el terror como la confianza.

Pastor Carlos Umaña Comunidad Cristiana Lifehouse.