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Job no conocía mucho sobre la condición del hombre después de la muerte, pero él suponía – tal vez esperaba – que sería mejor que su miseria actual. Sin embargo, la incertidumbre general de Job se refleja en su pregunta, “Si el hombre muriere, ¿volverá a vivir?” Era una pregunta tremenda: pero recordemos que no hay respuesta, excepto la que vino al hombre a través de Jesucristo y su evangelio. Como dijo Pablo, es Él el que trajo vida e inmortalidad a la luz a través del evangelio (2 Timoteo 1:10). La pregunta de Job fue respondida por Jesús, y lo hizo de manera tan completa que no dejó lugar a dudas. Job anhelaba la liberación que esperaba que la muerte le trajera, que por lo menos lo aliviaría de su presente agonía. Se vieron tres vistazos de esta gloriosa liberación: 1. En el rostro de Moisés. 2. En la transfiguración de Cristo. 3. En el semblante de Esteban cuando se presentó delante del consejo. Ciertamente vale la pena esperar por una liberación como esta. Nosotros también esperamos que llegue nuestra liberación. Job esperaba una restauración de su relación con Dios después de la muerte, ya que en realidad ya no esperaba una restauración en esta vida.
Job deseaba desesperadamente que Dios no lo juzgara según la medida completa de sus pecados, sino también porque deseaba que Zofar y los otros escucharan que él sí sabía que era un pecador, y no era perfecto. Y tienes cosida mi iniquidad. Esto incluye dos ideas: 1. Las transgresiones de Job estaban todas enumeradas; ninguna fue ignorada. 2. Fueron cosidas; para que ninguna se perdiera. Estas bolsas fueron indiferentemente cocidas o selladas, las dos palabras en el texto. Job se imaginaba una gran montaña desmoronándose, o una inundación que barría grandes extensiones de la tierra; él consideraba que esto ilustraba la manera en que Dios hace perecer la esperanza del hombre. La idea es que cuando Dios se pone en contra de un hombre, no hay nada que el hombre pueda hacer; Dios para siempre será más fuerte que él, y el hombre se va.
En la efusión poética de Job en el capítulo 14, en medio del poema da su gloriosa confianza en la resurrección; sin embargo, el poema vuelve a terminar en desesperanza (haces tú, perecer la esperanza del hombre). Sin embargo, estaría mal pensar que esto significa que la esperanza de Job sobre la resurrección solo era temporal o pasajera. No debemos ser de esos que, esperan que Job use lógica occidental en la construcción de su discurso de tal manera que el argumento se lleve a cabo paso a paso hasta que el resultado se alcance al final. Las verdaderas convicciones del autor se pueden declarar en medio de un poema flanqueado antes y después por opiniones contrastantes que él rechaza. Los versículos 14-17 entonces constituyen el punto máximo de su discurso, y reafirman la fe ya expresada en el capítulo 13, específicamente en el versículo 15. El hombre que es barrido por Dios no conoce las cosas buenas o malas que le suceden a su familia después que deja esta vida. Job considera cuán fundamentalmente injusto parecía todo esto; que, de alguna manera, incluso está barrida de la carne sobre él se dolerá– sobre el no saber, tanto como todo lo demás. Y se entristecerá en él su alma: Estas palabras convenientemente concluyen esta sección registrando el discurso de Job a sus amigos y sus oraciones a Dios. Su alma está genuinamente en duelo, y mucho de lo que leemos es el agonizante flujo de sus emociones. Es fácil leer estos estallidos emocionales y la falta de desapego teológico en este hombre perfecto y recto y pensar que Job era menos espiritual de lo que debería ser. Sin embargo, recordamos que el Libro de Job registra muchas de las opiniones de Job (nacidas de gran dolor y frustración), opiniones que después son corregidas y reprobadas. Se nos recuerda de alguna manera las palabras de Jesús en Marcos 15:34: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? Por un lado, esas palabras fueron una descripción verdadera y precisa de cómo se sentía Jesús; con justa razón se sentía abandonado por el Padre en ese momento. Él lo sintió porque Jesús no solo soportó el retiro de la comunión con el Padre, sino el derramamiento de la ira del padre sobre él como substituto de la humanidad pecadora. Al mismo tiempo, no podemos decir que la separación entre el Padre y el Hijo en la cruz fue completa, porque en 2 a los Corintios 5:19 dice, que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo en la cruz. Según el mismo ejemplo, podemos decir del sufrimiento de Job que sus sentimientos eran reales y comprensibles; sin embargo, había una verdad que iba más allá de sus sentimientos que daban sentido a su sufrimiento, aunque esa verdad estaba totalmente velada a Job.
Pastor Carlos Umaña
Comunidad Cristiana Lifehouse.
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