[fusion_builder_container type=”flex” hundred_percent=”no” equal_height_columns=”no” menu_anchor=”” hide_on_mobile=”small-visibility,medium-visibility,large-visibility” class=”” id=”” background_color=”” background_image=”” background_position=”center center” background_repeat=”no-repeat” fade=”no” background_parallax=”none” parallax_speed=”0.3″ video_mp4=”” video_webm=”” video_ogv=”” video_url=”” video_aspect_ratio=”16:9″ video_loop=”yes” video_mute=”yes” overlay_color=”” video_preview_image=”” border_color=”” border_style=”solid” padding_top=”” padding_bottom=”” padding_left=”” padding_right=””][fusion_builder_row][fusion_builder_column type=”1_1″ layout=”1_1″ background_position=”left top” background_color=”” border_color=”” border_style=”solid” border_position=”all” spacing=”yes” background_image=”” background_repeat=”no-repeat” padding_top=”” padding_right=”” padding_bottom=”” padding_left=”” margin_top=”0px” margin_bottom=”0px” class=”” id=”” animation_type=”” animation_speed=”0.3″ animation_direction=”left” hide_on_mobile=”small-visibility,medium-visibility,large-visibility” center_content=”no” last=”true” min_height=”” hover_type=”none” link=”” border_sizes_top=”” border_sizes_bottom=”” border_sizes_left=”” border_sizes_right=”” first=”true”][fusion_audio src=”https://house.life.cr/wp-content/uploads/2023/09/Mi-tiempo-con-Dios-10-de-septiembre.mp3″ loop=”off” autoplay=”off” preload=”none” margin_top=”” margin_right=”” margin_bottom=”” margin_left=”” hide_on_mobile=”small-visibility,medium-visibility,large-visibility” class=”” id=”” background_color=”” hue=”” saturation=”” lightness=”” alpha=”” controls_color_scheme=”” progress_color=”” max_width=”” border_size=”” border_color=”” border_radius_top_left=”” border_radius_top_right=”” border_radius_bottom_right=”” border_radius_bottom_left=”” box_shadow=”no” box_shadow_vertical=”” box_shadow_horizontal=”” box_shadow_blur=”0″ box_shadow_spread=”0″ box_shadow_color=”” animation_type=”” animation_direction=”left” animation_color=”” animation_speed=”0.3″ animation_delay=”0″ animation_offset=”” /][fusion_text]
Durante este tiempo de esperar pacientemente, muchos cristianos son atacados. Parece que nunca obtendremos la promesa de Dios en nuestra vida. Es fácil preguntar: “¿en verdad vendrá Dios?” Dios vino por Abraham, e incluso selló su promesa con un juramento. De hecho, no pudiendo jurar por otro mayor, juró por sí mismo. Este juramento mostró que las promesas de Dios (así como su carácter) nunca cambian. La confianza de Abraham en esto fue la entrada al cumplimiento de la promesa. Este pasaje nos enseña… qué un juramento puede ser usado legalmente por los cristianos; y esto debe observarse particularmente, por aquellos hombres fanáticos que están dispuestos a abolir la práctica de juramento solemne que Dios ha prescrito en su Ley.
La fiabilidad de la promesa de Dios debería impresionarnos. Dios no se contenta con solo darnos consuelo. Él quiere darnos fortísimo consuelo. Es un fuerte consuelo que puede lidiar con las pruebas externas cuando un hombre tiene a la pobreza mirándolo a la cara y escucha a sus niños pequeños llorando por pan; cuando es probable que le sobrevenga la quiebra a través de perdidas inevitables; cuando el hombre pobre acaba de perder a su esposa, y sus niños queridos han sido enterrados en la misma tumba; cuando uno tras otro los apoyos y comodidades terrenales han cedido, necesita un fuerte consuelo entonces; no en tus pruebas imaginadas pero en tus pruebas reales, no en tus aflicciones imaginarias pero en las aflicciones reales, y en las tormentas violentas de la vida. Debe regocijarse en ese entonces y decir: ‘Aunque estas cosas no sean conmigo como las quisiera, Él ha hecho un pacto eterno conmigo ordenado en todas las cosas y seguro’; esto es un fuerte consuelo. Esta es otra razón para tener ánimo, sabiendo que Dios tiene consuelo y esperanza para usted. Podemos pensar de este consuelo y esperanza como las ciudades de refugio ordenadas en la Ley de Moisés, como se describe en Números 35.
El ancla era una figura común en el mundo antiguo para representar la esperanza. Aquí nos recuerda que estamos anclados a algo firme pero que no se ve (y que penetra hasta dentro del velo). Usted no necesita un ancla para mares en calma. Mientras más rudo el clima, más importante es su ancla. Necesitamos que el ancla detenga el barco y evita que naufrague, para estabilizar el barco y mantenerlo más cómodo para los que están a bordo, para permitir que el barco mantenga el progreso que ha hecho. El barco debe aferrarse al ancla, así como nosotros debemos aferrarnos a la esperanza. El ancla en sí puede tener un agarre fuerte y estar asegurada al fondo del océano, pero si no está bien sujeta al barco, no sirve para nada. Pero también hay un sentido en el que el ancla sostiene al barco, como la esperanza nos sostiene a nosotros. Pero la analogía del ancla no aplica perfectamente. Nosotros estamos anclados arriba en el cielo, no abajo en el suelo; y estamos anclados para avanzar, no para permanecer en un lugar.
Esta esperanza nos llevará hasta la misma presencia de Dios. La esperanza es la medicina exacta que necesitan los cristianos desanimados. Estamos seguros de que entraremos a la presencia de Dios porque Jesús entró como nuestro precursor. El sumo sacerdote del Antiguo Testamento no entró dentro del velo como precursor, solo como representante. Pero Jesús ha entrado en la presencia íntima del Padre para que su pueblo pueda seguirlo hasta ahí. Un precursor (la palabra del griego antiguo prodromos) era un hombre de reconocimiento en el ejército. Un precursor avanza, sabiendo que otros le van a seguir.
Se nos dice a continuación que, como precursor, nuestro Señor ha entrado por nosotros, que ha entrado para tomar posesión en nuestro nombre. Cuando Jesucristo fue al cielo, miró a su alrededor en todos los tronos, y todas las palmas, y todas las arpas, y todas las coronas, y dijo: Yo tomo posesión de todo esto en el nombre de mis redimidos. Soy su representante y reclamo los lugares celestiales en su nombre.
Pero si Jesús es el precursor, entonces nosotros somos los pos-cursores. No puede haber un precursor si no hay pos-cursores. Debemos seguir a Jesús y correr tras Él. Él ha ido antes que nosotros y es nuestro ejemplo. La analogía del templo (dentro del velo) le recuerda al autor de hebreos que estaba hablando de Jesús como nuestro sumo sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec. Esta idea continúa en el siguiente capítulo.
Pastor Carlos Umaña
Comunidad Cristiana Lifehouse.
[/fusion_text][/fusion_builder_column][/fusion_builder_row][/fusion_builder_container]