Por amor, Dios envió profetas a los reinos del norte y del sur. Su mensaje fue una advertencia contra los pecados que corrompían al pueblo y lo separaban de su Dios. Ellos exhortaron al pueblo de Dios con el tema: “Volveos de vuestros malos caminos”. Dios envió a mensajeros para ayudar a Israel y para librarlos del juicio que vendría si no se volvían de sus malos caminos. Sin embargo, el pueblo de Dios se volvió más necio cuando Dios trajo este llamado al arrepentimiento, y se hundieron más profundamente en el pecado. Cuando Dios trae juicio, primero trae advertencias —y a menudo muchas advertencias durante un periodo largo. Es solo después de que estas advertencias son rechazadas que llega el juicio. Su pecado fue primero contra la ley, pero finalmente fue contra el amor paciente. Se negaron a someter su cerviz al yugo de los preceptos de Dios; una metáfora de bueyes necios, que endurecen su cerviz y no se inclinan ante el yugo.

La Nueva Versión Internacional hace la siguiente traducción: “Se fueron tras ídolos inútiles, de modo que se volvieron inútiles ellos mismos”. El original es más preciso en este punto: “Adoraron la frivolidad y se volvieron frívolos”. La palabra aquí es hebel que significa “aire”, “delirio” o “vanidad”. La idea es que ellos se volvieron como los dioses a los que adoraban. Se inclinaron ante la nada y se volvieron nada.

Se hicieron imágenes fundidas de dos becerros: Esto se refiere al infame pecado de Jeroboam. Esta idolatría patrocinada por el estado no arruinó el reino inmediatamente —el reino de Israel duró como una nación independiente por otros 200 años después del tiempo de Jeroboam. Sin embargo, ciertamente, fue el principio del final. La abominable adoración del ídolo Moloc, a quienes le eran quemados los niños en sacrificio.

Las tribus del norte adoptaron las mismas prácticas ocultistas que tenían las tribus cananeas antes que ellas. Colectivamente, estos grandes pecados de idolatría provocaron a Dios a ira. Este fue el final de las diez tribus del norte como un reino independiente. Cuando fueron dispersados por los asirios, algunos asimilaron otras culturas, pero otros conservaron su identidad judía como exiliados en otras tierras.

Sin embargo, es un error pensar en estas tribus del norte como perdidas. Tiempo atrás, en los días de Jeroboam y su ruptura inicial con el reino del sur, los sacerdotes legítimos y levitas que vivían en las diez tribus del norte no se agradaron de la idolatría de Jeroboam. Ellos, junto con otros que habían “propuesto en sus corazones buscar a Jehová Dios de Israel”, se mudaron del reino del norte al reino del sur. Así que, el reino de Judá contenía israelitas de las diez tribus. Considerando esto, podemos decir que las diez tribus del norte no se perdieron, y ciertamente no migraron a Gran Bretaña según algunas teorías israelitas-británicas: Algunos (en particular, los consagrados de aquella época) migraron al reino de Judá en los días de Jeroboam I. Algunos se incorporaron a otras culturas. Algunos conservaron su cultura judía e identidad en las tierras de su exilio.

Espiritualmente hablando, Judá fue más fiel a Dios que el reino de Israel. Sin embargo, también comenzaron a imitar a sus pecadores vecinos del norte. Judá tuvo la lección justo frente a ellos. La nación conquistada de Israel era evidencia de lo que pasaba cuando los corazones se alejaban de Dios. No obstante, ignoraron estas sencillas y claras lecciones e imitaron los pecados de Israel. El resumen del pecado de Israel es, simplemente, que se entregaron a la idolatría. Adoraron al Dios verdadero de una manera falsa y luego comenzaron a adorar a dioses falsos.

Pastor Carlos Umaña
Comunidad Cristiana Lifehouse.