Continuamos con la segunda parte del último salmo de David. La compasión de Dios es especialmente evidente a aquellos que caen y fallan. Él no los desprecia o los rechaza; hay un sentido en el que Él de manera especial los atrae hacia Él para sostenerlos. Esto es más evidente en aquellos quienes permiten que su caída los vuelva más humildes, de manera que Dios pueda levantarlos. Esto es lo que nos dice el salmista en el verso14, la frase, “todos los que caen”, es inusualmente expresiva; y esta ayuda en el tiempo exacto en una etapa temprana está llena del poder de Dios para revivir la esperanza perdida y las habilidades fallidas.

Este salmo está marcado por la frecuente repetición de “todos”, la cual sucede once veces en estos versos. El cantante parece deleitarse en el mismo sonido de la palabra, la cual le sugiere una incontenible cantidad de la amplia y universal misericordia de Dios, y de las innumerables multitudes que esperan y son satisfechas en Él. El verso 15 nos muestra una bella imagen. ¡Qué imagen tan fina! Las crías de todos los animales miran a sus padres por comida. Dios es representado aquí como el padre universal, proveyendo comida para cada ser viviente. Él es condescendiente con las necesidades de sus creaturas. A través del Salmo 145 David ha hablado mucho acerca de que debemos de alabar al Señor por quién es Él y por lo que ha hecho. Aquí, una ves más David nos da una razón para alabar al Señor, reconociendo la incomparable combinación de justicia y misericordia.

El deseo de Dios de responder a su pueblo en oración es un ejemplo de la misericordia mencionada en las líneas anteriores. Cumplirá el deseo y oirá el clamor de su pueblo. Aquellos que anhelan a Dios siempre tendrán tanto de Dios como desean y sean capaces de recibir.

El verso 20 nos cuenta una gran verdad que nos da confianza: Jehová guarda a los que le aman, mas destruirá a todos los impíos: David dio un ejemplo mayor de la misericordia de Dios en acción, junto con su justicia en acción. Sentimos que David trataba de decir en esta declaración: “Lo que sea que los demás hagan, yo no me quedaré callado en mi alabanza a Dios, cualquiera que sea el tema del que los demás hablan, mi tema ya está firme ahora y para siempre: yo hablaré alabanzas a Jehová. Lo estoy haciendo, y lo seguiré haciendo mientras respire.”

El último versículo del Salmo 145 es la última palabra que tenemos de David en la biblia. Es su última voluntad y testamento. Si no hubiera dicho nada más en su larga vida, estas palabras serían un fino legado para las generaciones futuras. En ellas el alaba a Dios e invita a que otros también lo alaben. Así termina la contribución de David al salterio, con una nota de alabanza que es completamente suya: “La alabanza de Jehová proclamará mi boca” Esta es su propia expresión personal, pero sin embargo es tan amplia como lo es la humanidad y la eternidad. El pueblo redimido no dejará de proclamar alabanzas eternamente al Rey celestial. Los que esperan en el Señor; e invocan Su nombre, de veras recibirán Su misericordia.

Pastor Carlos Umaña Comunidad Cristiana Lifehouse.