Josías no podía ordenar una obediencia de corazón a la Palabra de Dios, pero podía establecer una celebración nacional para observar la Pascua. La celebración de la Pascua había sido tan descuidada que esta fue una observancia notable. La Pascua recordaba el acto central de redención en el Antiguo Testamento: la liberación de Dios del pueblo de Israel de Egipto en los días de Moisés. Su descuido de la Pascua probó que habían descuidado recordar la obra redentora de Jehová por ellos. Es como si un grupo de cristianos modernos se hubieran olvidado por completo de la comunión o de la celebración de la Cena del Señor, la cual recuerda la obra redentora de Jesús por nosotros.
El rey Josías también cumplió con la orden de Dios de eliminar a todos los que practicaban el espiritismo y el ocultismo. Su pasión fue cumplir las palabras de la ley que estaban escritas en el libro. La gran reforma en los días de Josías es un ejemplo de, simplemente, regresar a la Palabra de Dios y buscar basar todo pensamiento y práctica en lo que Dios ha revelado en su Palabra. Fue un ejemplo del Antiguo Testamento del principio de la Reforma de sola scriptura. Josías fue uno de los reyes más notables de Judá, único en la fuerza de su obediencia y compromiso. Él resalta como un maravilloso ejemplo de lo que un gran líder puede y debe ser.
Hubo otros grandes reyes en Judá y en el reino unido de Israel, como David y Ezequías. Sin embargo, una cosa que hizo único a Josías fue su rectitud en su tiempo. Él vivió en un tiempo notablemente perverso, por lo que su consagración fue notable en contraste con la situación general de su tiempo. “David fue un hombre más notable, pero no fue un mejor hombre que Josías”. Sin embargo, poco después de su reino Judá fue severamente juzgado por Jehová. Esto muestra que, a pesar de todos los esfuerzos de Josías, el pueblo de Judá se arrepintió externamente, sus corazones no se habían convertido realmente a Jehová. “Ellos fingieron y afirmaron hacerlo así; pero la mayoría disimularon y actuaron engañosamente, sin voltear a Dios sus corazones por completo, como el buen Jeremías dice”.
Jeremías ministró en los días de Josías, y su mensaje para el pueblo de Israel muestra esto. A través de Jeremías, Dios prometió que si el pueblo se volvía a Él genuinamente permanecería en la tierra seguramente. Sin embargo, Dios vio al pueblo de Judá y dijo: Judá no se volvió a mí de todo corazón, sino fingidamente. Dios no desistió de su ira, porque a pesar de la consagración personal de Josías, y su justo ejemplo y liderazgo, el pueblo de Judá siguió provocándolo, amando los pecados introducidos durante los perversos días de Manasés, padre de Josías.
De la consulta con Hulda supo que no habría un valor duradero en su reforma. Esto, sin embargo, no le dio el derecho a negarse a seguir la luz que había venido a él. Dios prometió traer abajo a Judá, al permitir que fuera conquistada y llevada al exilio. Faraón Necao rey de Egipto subió contra el rey de Asiria: Esto era parte de la lucha geopolítica entre el Imperio asirio que se encontraba en declive y el emergente Imperio de Babilonia. Los asirios hicieron alianza con los egipcios para protegerse en contra del creciente ataque de Babilonia.
Segunda de Crónicas 35:20-25 nos dice más sobre esto. Faraón advirtió a Josías sobre pelear con él cuando le dijo: ¿Qué tengo yo contigo, rey de Judá? Yo no vengo contra ti hoy. Josías neciamente se negó a escuchar esta advertencia (la cual en realidad venía de Dios) y se disfrazó en batalla; sin embargo, aun así, fue herido por los arqueros y murió. Este fue un final triste para uno de los reyes más grandes de Judá.
No fue por fe, sino ¿por qué disfrazarse? No hay registro de ninguna oración durante esta batalla, como en el caso de muchos de sus consagrados ancestros; y esta imprudente acción de Josías parece incomprensible. El lugar exacto de la batalla parece haber sido Hadadrimón, en el valle de Meguido, porque ahí nos dice Zacarías, capítulo 12:11, que fue el gran lamento para Josías.
La sucesión regular al trono de Judá terminó con el llorado Josías. Joacaz no era el hijo mayor del rey fallecido. Johanán y Joacim eran mayores que él (1 de Crónicas 3:15). Él fue hecho rey por elección popular; fue la preferencia de la multitud, no la designación de Dios. Así los pecados del pueblo eran la verdadera razón por la que Dios les daba reyes perversos, a quienes les permitió actuar maliciosamente, para que pudieran traer el largo, merecido y amenazado castigo sobre ellos mismos y sobre el pueblo.
Pastor Carlos Umaña
Comunidad Cristiana Lifehouse